La flama

Está claro que el Hacedor ha querido comprobar el equilibrio mental de los madrileños en este final de mes enviándoles unas temperaturas superiores a los 40 grados, con lo que ha conseguido, de entrada, dos fenómenos poco frecuentes: de un lado, Madrid ha pasado a ser automáticamente un homenaje a las playas argelinas de El extranjero, de Camus. Y no pregunten qué dónde está el mar porque con esa temperatura si se dan un paseo por un descampado a las 15 horas, por ejemplo, comprobarán que el mar lo lleva uno dentro. De otro, ha propiciado el que se le cruzaran los cables a varios ciudadanos que, además, tienen responsabilidades de Gobierno central, autonómico y local por esa peculiar conjunción de administraciones que soporta desde hace tiempo la ciudad, muy similar -dicho sea de paso- a la que las fuerzas del más allá hacen confluir en la terraza del rascacielos de Manhattan de la primera versión de Los cazafantasmas.
Nadie sale indemne de tamaña prueba: Gil y Gil, por ejemplo, bramó desmedidamente contra Núñez por culpa del croata Prosinecki. Es verdad que don Jesús parece estar siempre en una playa argelina a más de 40 grados de temperatura pero reconocerán que no podía despreciarse su sintética condición de autoridad local malagueña, presidente de club de fútbol y gurú de las simplezas demagógicas. Alberto Ruiz-Gallardón, presidente de la Comunidad de Madrid, no se libró tampoco de los excesos del calor y en un rapto de locura exigió al Gobierno central, en la figura del ministro Lerma, el pago urgente de 39.000 millones de pesetas que a su juicio el Estado adeuda a su autonomía. Exigir celeridad a la Administración en algo tan molesto como pagar sus deudas, a pocas fechas de las vacaciones, es un sin sentido. Por último, el alcalde de Arganda, del PP, ha, recibido de Obras Públicas lo que, según sus palabras, son "unos planos atravesados por una raya gorda de rotulador que parece corresponder al trazado del tren de alta velocidad que irá a Barcelona. Esa línea corta el parque regional del Sureste, el entorno ecológico de las lagunas de Las Madres y la Dehesa del Carrascal, que es un pinar centenario". Es la flama.
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