Al abrigo de sus mayores

En esto de la caza del joven talentudo, nadie quiere quedarse descolgado. Incluso el sello discográfico GRP, pesada factoría de fusiones ligeras, se pertrecha para una contienda que se presiente larga. El primer arma que les ha llegado al arsenal responde al nombre de Teodross Avery. Su aparición, de momento, no supone avance significativo para el arte del jazz ni seguramente contribuirá a renovar su lenguaje.Está visto que a los jóvenes les cuesta cada vez más abandonar el calor protector de sus mayores. El hard bop ténuamente puesto al día y la influencia de maestros como Dexter Gordon y, en menor medida, John Coltrane forman la sólida estructura sobre la que Avery monta un discurso todavía indefinido y algo endeble. No hay nada censurable en tomar referencias de tanto peso histórico, pero resulta estéril desde el punto de vista artístico no introducir elementos propios, ni siquiera algún apunte formal, en su reinterpretación.

Quizá el mayor mérito de los llamados jóvenes leones es haber rescatado la nobleza tímbrica de cada instrumento. A sus 21 años, Avery posee un son ido grande, cálido y neutro. Lee las melodías con académica pericia, pero, cuando llega la hora de improvisar, su fraseo renquea y cambia de humor con desconcertante rapidez. Puede interesar mucho en la soberbia cadencia sobre Lush life, lo mejor de su presentación madrileña, y aburrir soberanamente con una exposición algo ratonera de Shiny stockings. Más interesante parece el pianista Charles Craíg, otro fichaje de GRP, aunque demuestra cierta tenden cia al efectismo y un gusto excesivo por la cita literal.