"Una niña se agarró de uno de mis brazos, pero yo no estaba en situación de ayudarla y el mar se la llevó"
"Yo iba hacia el camarote cuando un fuerte golpe colocó el barco en una posición insólita. Les grité a mis compañeros de viaje que salieran del camarote y corrieran hacia la cubierta. Estábamos en la cuarta planta y la cubierta se encontraba en la sexta. Cuando llegué a cubierta, un chorro de agua me tiró por los suelos. Pude ver entre las tinieblas un bote salvavidas; me agarré a él con toda la fuerza de mi alma; como era de plástico, las manos se me resbalaban y sentía que la mar me llevaba. Una niña pequeña se agarró de uno de mis brazos, pero yo no estaba en situación de ayudarla y el mar se la llevó". Es el testimonio de Vilho Itaranta, uno de los 126 supervivientes del Estonia, que naufragó en la madrugada de ayer en el Báltico.
"A mí alguien me subió al bote", sigue el escalofriante relato de Itaranta, uno de los escasos supervivientes. "Éramos seis dentro de él, con más de medio metro de agua dentro, uno de nosotros se enfrió tanto que simplemente se deslizó al fondo del bote".Johan Larsson, uno de los pilotos de un helicóptero de rescate, ejemplifica las angustias añadidas por el gran número de náufragos del transbordador estonio. "Fue una elección dificil la de escoger a quiénes íbamos a salvar primero. Tratamos de mantener la calma y optamos por rescatar a los que permanecían con vida o en aparentes condiciones de sobrevivir. Otros ya habían sucumbido al rigor del frío", declaró emocionado el piloto.
Paolo Thimo mostraba su desconcuelo en la terminal de transbordadores de Estocolmo. Su mujer viajaba en el Estonia como turista. "Ella tenía una cabina cerca de la bodega y no creo que tuviera ninguna posibilidad de salvarse", señaló.
El hospital universitario de Turku se convirtió en el principal centro de atención médica de los sobrevivientes del Estonia. Aproximadamente la mitad de ellos fueron atendidos por un grupo médico dirigido por el doctor Juha Niinikoski.
Según el doctor Núnikoski, desde el punto de vista científico es sorprendente cómo muchos de los supervivientes pudieron soportar horas en condiciones tan adversas. Cuando ya el frío otoño nórdico ha llegado a estas latitudes, las aguas del mar Báltico no superan los 10 grados de temperatura. "Científicamente, a esa temperatura una persona no podría sobrevivir en contacto con el agua durante más de media hora", asegura el médico.
"Uno de nuestros pacientes llegó con una temperatura corporal de 26 grados. A tal temperatura todo el sistema cardiaco está expuesto a gran riesgo. Aún no sabemos qué efectos posteriores puede tener esto sobre el paciente, en todo caso nuestras unidades están preparadas para prestar todo tipo de ayuda a las víctimas", declaró Niinikoski.
De todas las edades
Sería de suponer que entre los supervivientes la mayoría fueran hombres jóvenes y en buen estado de salud. Pero el doctor Juha Niinikoski, sin embargo, afirma que entre sus pacientes hay una niña de 12 años y un niño de 14, y el mayor de quienes han vivido para contarlo es un ciudadano sueco de 77 años y miembro de una expedición de unos 100 suecos que se encontraban realizando un viaje de la tercera edad.
Henrik Sillaste, conductor de uno de los 28 camiones de carga con remolque que transportaba el barco siniestrado dijo: "A las 0.30 bajé a la cubierta inferior y descubrí que se filtraba agua por el portalón de entrada al garaje; el agua me llegaba cerca de la rodilla. Cuando intenté subir para dar la alarma se produjo la inclinación del barco, que comenzó rápidamente a hundirse", informa Ricardo Moreno.
Esta versión fue calificada de "fantasiosa" por Carl Gustav Akerhielm, jefe de Tráfico de la compañía copropietaria Estline en Estocolmo. "El cierre de las todas las puertas del navío" agregó, "es comprobado antes de zarpar mediante un tablero electrónico que da la alarma cuando hay alguna anomalía".
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