Estudiantes y Argal se ajusta al guión

El Estudiantes tiene un problema: no transmite. Su juego ha perdido los valores tradicionales de espontaneidad, vistosidad, chispa. Ahora gana, pero no entusiasma. Se limita a cumplir su cometido con escrupulosa laboriosidad de funcionario. Es un equipo, da la impresión, en permanente búsqueda de su identidad. Los positivistas aseguran que los síntomas descubren la maduración de un equipo aspirante a altas metas.Su entrenador, Miguel Angel Martín, no debe de verlo tan claro. Y es que la ausencia de alegría, la escasez de brillantez no se ha transformado en orden y equilibrio. El Argal, uno de los colistas, puso en evidencia al Estudiantes con el simple recurso de una defensa zonal en la segunda parte, capaz de descentrar a un rival desacertado en los tiros exteriores, impotente en la búsqueda de pases Interiores y obtuso en la circulación del balón.

Los buenos inicios del Estudiantes disiparon, además, cualquier átomo de duda: 23-13 en el minuto 10. Entonces, los colegiales todavía disfrutaban sobre el parqué: Martínez dominaba el ritmo de juego y Herreros y Sclilegel ejecutaban. Los de Huesca se conformaban como sufrir una derrota escandalosa. Su nivel de beligerancia era mínimo, así que Martín, enfrascado en la tarea de reconstrucción de su escuadra, hizo debutar a su nuevo extranjero, el esloveno Kotnik (sustituto del sancionado Sanders) y también contó con Cvjeticanin, recién salido de una operación de menisco.

El equipo aragonés, demasiado consciente de su inferioridad, renunció a intentar alterar el guión, quedó satisfecho con la derrota decorosa y Estudiantes ganó con comodidad.