Es hora de actuar con dureza

La segunda incursión de Irak detrás de las fronteras con Kuwait trazadas por la ONU (...) ha sido un reto descarado a la ONU. (...) Irak debe recibir una respuesta decisiva en esta ocasión, del mismo modo que en 1990 y 1991. (...) Las decisiones políticas faltas de lucidez han sido muy dañinas. El pobre desarrollo de varias decisiones adoptadas por la ONU y de otras tomadas por los aliados han animado a Sadam a seguir con sus desafíos. (...)Las respuestas fragmentarias a las sucesivas violaciones de Irak dejan al líder iraquí el poder que más valora: el poder, incluso desde una posición de debilidad, de tomar la iniciativa. Esa lección tiene que ser aprendida mientras la ONU y la coalición aliada ponderan su respuesta a los dos nuevos retos lanzados por Sadam.

El objetivo está, o debería estar, claro, en ir más allá del modelo actual, de desafíos iraquíes y reacciones internacionales engorrosas, a una duradera paz impuesta por la ONU. Ése fue el objetivo de la Operación Tormenta del Desierto, y casi dos años después, EE UU y sus aliados tienen que desarrollar una estrategia de respuesta intensificada para convencer a Sadam de que el precio de todo, lo que no sea una cumplida respuesta a las demandas de la ONU será intolerable. Indiferente a la penuria de los iraquíes, su orgullo es su maquinaria militar. Ése debe ser el objetivo.

12 de enero