El juez llama

Supongamos que durante cinco minutos pudiera decirse toda. la verdad. Algún jefe del PSOE debería aprovechar para decir que lo de Filesa es lo que parece, un chanchullo de financiación paralela, pero que los responsables directos del asunto consideran un agravio comparativo aparecer como culpables mientras que los del caso Naseiro, que también era lo que parecía, consiguieron librarse.La interiorización de ese agravio está actuando como coartada psicológica para ocultar, despistar, obstruir. El resultado está siendo una escalada que ya incluye la instrumentalización de varias instituciones y lá utilización de un mitin para enardecer a las masas contra los jueces: algo insólito en un partido que se considera eje vertebrador de la sociedad. A la pretensión de impunidad se ha añadido la de convertir en encubridores a todos los que no se chupan el dedo. El efecto es la desmoralización de esas personas, su desconcierto. Y un descrédito del sistema que sólo puede ir a más.

Salvo que alguien decida aprovechar los últimos cinco minutos para decir la verdad. Si no basta con la necesidad de contener ese deterioro, que lo hagan al menos por conveniencia: la gente, que tiene en la cabeza las cintas del asunto Naseiro y las evidencias de los otros casos, y que ha oído hablar de escándalos parecidos en Italia, Francia, Japón, podría tal vez mostrarse indulgente con la financiación paralela, siempre que la confesión incluyera propósito de la enmienda. Pero esa indulgencia es improbable para la ocultación, el obstruccionismo, el engaño. Luego, desde el punto de vista de los intereses del PSOE (electorales y otros), la táctica seguida es un error.

Aunque sólo sea por atrición, que alguien dé un paso al frente. Pero que se dé prisa porque tiene al juez abajo, llamando a la puerta.