Cambio de horario
Ya no recuerdo cuándo se estableció la manía de adelantar en primavera una hora más el reloj sobre la hora solar. Y ya son dos las horas de desfase sobre la hora solar real. En un principio es posible que funcionase el engaño, pero creo que ahora es mucho más perjudicial que beneficioso.Se cita como principal beneficio el ahorro de 7.000 millones de pesetas, menos de doscientas por ciudadano en el supuesto de que fuese cierto. Por lo que a mí respecta, si así evitásemos este disloque, que me digan dónde debo pagarlas.
Pocas veces leo nada en contra, a no ser algunas pintorescas referencias al despiste horario de ovejas y gallinas. Yo creo que los problemas son mucho más importantes y más concretos. Para empezar, me parece que la estimación (no es más que una estimación) del supuesto ahorro no es correcta: hace tanto que no se deja la hora en su sitio que no tenemos forma de comparar con el gasto de luz en un año normal. Además, a los 7.000 millones famosos nunca se les restan los sobrecostes que el cambio horario provoca: pérdidas de rendimiento en el trabajo por adaptación al madrugón, pérdidas en el rendimiento escolar en los niños y costes en el bienestar general.
El engaño ya no funciona, cada año los comercios cierran más tarde, pues quien no madruga o quien está de vacaciones sigue el horario que le pide el cuerpo: el solar natural.
Y por último, quien madruga no tiene fácil dormir cuando empieza el buen tiempo. No olvidemos que hoy las diez de la noche son en realidad las ocho de la tarde; las dos de la madrugada, únicamente medianoche para quien tiene la suerte de escapar de este invento tan absurdo. La vida social sigue su horario natural, pero a quien le toca madrugar de verdad, a las seis son las cuatro de la madrugada, y a las siete no son más que las cinco.
El verdadero desastre es llevar el reloj dos horas adelantado sobre la verdad, aunque hayamos superado el shock del cambio de la hora.-
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