"No hay patrones de derechas o de izquierdas"
Rousselet ha sido muchas cosas en la vida; entre otras, subprefecto de Pointe-á-Pitre, propietario de la compañía de taxis G7, patrón del gigante publicitario Havas y director de gabinete en el Elíseo entre 1981 y 1982. Ahora es el principal artífice de la única victoria segura en la guerra audiovisual que Francia conoce desde mediados de los años ochenta. Canal Plus tiene en este país 3,2 millones de abonados y el pasado año cosechó casi 1.000 millones de francos de beneficios netos.Pregunta. Para Le Nouvel Observateur, usted es "el virrey de las ondas" y "el papa del paisaje audiovisual francés". ¿Le molestan o le halagan ese tipo de comentarios?
Respuesta. Llamarme virrey o papa me parece algo exagerado. Yo me considero un profesional de los medios de comunicación que ha aprendido a serlo en los últimos ocho años. Pero no se equivoque, Canal Plus son Pierre Lescure [director general], Albert Mathieu [director de antena], Alain de Greef [director de programas] y muchos otros.
P. ¿Cómo se le ocurrió la idea de hacer una cadena de pago?
R. En el momento en qu nació Canal Plus [noviembre de 1984], la legislación francesa y la debilidad del mercado publicitario no nos permitían hacer una cadena generalista privada. Pensamos en hacer una codificada consagrada al cine, como ya existía en otros países, pero el Estado nos impuso una serie de limitaciones: teníamos que dar seis horas en abierto, no podíamos limitarnos a dar películas, nuestras películas no podían ser exclusivamente extranjeras... Adaptándonos a esas limitaciones creamos el modelo de Canal Plus: una base de películas recientes más deportes, programas de calidad y un mínimo de información.
P. ¿Cómo consiguieron que tantos franceses se hicieran a la idea de añadir 160 francos mensuales (casi 3.000 pesetas) al impuesto televisivo que ya se paga en este país?
R. Nuestros abonados saben hacer cuentas. Y calculan que lo que pagan por ver determinadas películas y espectáculos deportivos en nuestra cadena es muy inferior a lo que tendrían que pagar si fueran a las salas de cine o a los estadios.
P. Aludiendo a la crisis de La Cinq [la cadena privada francesa en suspensión de pagos], usted ha declarado que en Francia hay una cadena generalista de más.
R. Sí. El mercado publicitario no permite a Francia tener cinco cadenas generalistas, dos públicas y tres privadas, a menos que se renuncie a hacer una televisión de calidad y se pongan en cuestión las obligaciones fundamentales en materia de respeto de cuotas de difusión y financiación de la creacion cinematográfica francesa y europea. Nuestra reglamentación audiovisual impone a las cadenas generalistas costes elevados. Sale caro difundir un 40% de producción francesa de ficción. La crisis de La Cinq confirma lo que yo y otros decíamos hace ya cinco o seis años. Robert Hersant y Jean-Luc Lagardère lo han comprobado a costa de su dinero.
P. Y sin embargo, usted se ha aliado con dos cadenas privadas generalistas (TF-1 y M-6) para intentar ocupar el hue co que puede dejar La Cinq con una cadena de información continua. ¿No tendría es CNN francesa los mismos problemas de falta de publicidad y costes excesivos?
R. No. Una cadena de información continua es más barata que una generalista, o al menos que una generalista con los criterios de calidad franceses. Hemos calculado que su presupuesto anual podría ser de unos 600 millones de francos, mientras que el de una generalista oscila entre los 1.500 y los 2.000 millones de francos como mínimo.
P. ¿Está usted de acuerd con las limitaciones impuestas a las cadenas generalistas? ¿No cree que son contrarias al espíritu liberal que triunfa hoy día?
R. Esas limitaciones me parecen lógicas. Son las reglas de juego establecidas por el Estado francés cuando autorizó la creación de cadenas generalistas privadas. Esas cadenas ocupan un bien público, las frecuencias hercianas, y es normal que el Estado imponga contrapartidas a su uso.
P. Canal Plus y su filial Studio se han convertido en los financieros más importantes del cine francés y están construyendo un imperio transatlántico. ¿Cuál es su opinión sobre la salud del cine francés?
R. Sigue viviendo, y eso ya es algo importante. Si mira usted a nuestro alrededor, verá cómo otras cinematografías han desaparecido casi por completo. En los últimos 10 años, la producción francesa ha cedido terreno en las salas de cine en beneficio de la norteamericana y de la de países como España. El cine francés representa un 30% de lo que se ve en las salas. Pero, insisto, sigue vivo. Ahora bien, yo no soy un defensor absoluto de la reglamentación. Creo que una creación original de inspiración europea puede ser rodada en inglés y doblada al francés sin ser por ello penalizada, como ahora es el caso, por nuestro sistema de cuotas.
P. ¿Se considera usted de izquierdas? ¿Qué quiere decir la expresión patrón de izquierdas?
R. No hay patrones de derechas o de izquierdas. Hay gente que hace bien su trabajo, que gestiona bien sus empresas y que ofrece productos que interesan al público. Personalmente, me considero de izquierdas, pero no un revolucionario.
P. ¿Es usted amigo de Mitterrand porque comparte sus valores o es una cuestión de mutua simpatía personal?
R. Yo no hago una profesión de mi amistad con el presidente. No me gusta que los medios de comunicación me presenten siempre como el hombre que juega al golf con Mitterrand. Tengo una vieja amistad personal con él y estoy orgulloso de ello. Pero también tengo amistades de derechas.
P. ¿Cómo explica usted la depresión colectiva que se ha adueñado de Francia?
R. Se exagera. La oposición explota un cierto número de asuntos para dar una visión catastrofista. A mí me preocupa que las exageraciones hagan el juego de los extremismos, sirvan para desacreditar globalmente la democracia.
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