Militares en el poder

Para el vicepresidente de Rusia, general Alexandr Rutskoi, de 44 años, las guerras intestinas de la Casa Blanca son más complicadas que la guerra de Afganistán, donde su avión fue derribado dos veces, donde fue apresado y donde ganara el título de Héroe de la URSS. A diferencia de otros miembros de la élite rusa, Rutskoi comenzó su carrera como patriota en 1989, cuando se presentó a las elecciones para el Congreso de los Diputados Populares de la URSS como miembro de la organización nacionalista Otechestvo (Patria), de la que se distanció más tarde. Rutskoi no consiguió entonces pasar la prueba de las urnas, pero sí lo hizo un año más tarde, en las elecciones rusas. Antes de que el Ejército interviniera en la torre de la televisión de Vilnia, la capital de Lituania, Rutskoi, por entonces coronel, no tenía un papel político relevante en su calidad de jefe del Comité Parlamentario responsable de los problemas de soldados y veteranos. Rutskoi condenó vehementemente la represión militar y se convirtió así en un prototipo de oficial ruso no imperialista.
Rutskoi prestó dos importantes favores a Boris Yeltsin. Asestó un buen golpe al conservador Partido Comunista de Rusia, al formar el grupo Comunistas por la Democracia, y contribuyó a incrementar los votos en favor de Yeltsin en los cuarteles, cuando el actual presidente le eligió como candidato a la vicepresidencia rusa.
Tras el golpe de agosto, Rutskoi fue nombrado general, pero políticamente parece haber perdido influencia, sobre todo tras la última remodelación del Gabinete, donde el vicepresidente tiene sólo una función consultiva, mientras los presidentes de las antiguas repúblicas autónomas tienen voz y voto.
Ante la posible agitación social provocada por la subida de precios, medios reformistas rusos consideran peligrosa la mezcla de nacionalismo y defensa de los intereses sociales en la que hace hincapié el vicepresidente. Rutskoi, un hombre muy impulsivo que ha llegado a insultar en público al presidente del KGB de Rusia, Victor Ivanenko, ha advertido contra los pasos demasiado bruscos en la reforma económica.
Una parte del estamento militar se ha beneficiado del golpe. Junto al general Konstantin Kobets, consejero de Defensa de Rusia, hay una pléyade de jóvenes oficiales, como el coronel Vladimir Lopatin, buen amigo de Guenadi Burbulis, y el general Alexandr Zalkó. Ambos eran diputados del parlamento soviético y ambos fueron ascendidos tras el golpe.
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