El sueño navarro del señor de Goyeneche

A principios del siglo XVIII, el tesorero real, Juan de Goyeneche, decidió levantar un pueblo a sólo 50 kilómetros al sureste de Madrid. Sería un núcleo urbano ordenado, racional y próspero. Estaría compuesto por un palacio, una iglesia, varias plazas, fábricas y viviendas. Las calles serían todas perpendiculares Y rodeadas de árboles. Encargó el proyecto al mejor arquitecto de la época, José de Churriguera. Su ciudad se llamaría, en recuerdo del valle navarro del que era originario Goyeneche, Nuevo Baztán.La obra de Churriguera es, sin duda, el mejor ejemplo de arquitectura urbana del siglo XVIII que existe en la comunidad de Madrid. En su centro se levantan un palacio y la iglesia dedicada a San Francisco Javier. El templo está flanqueado por dos torres con chapitel y presidido por una imagen del santo navarro. En el interior existe un retablo barroco, realizado en mármol de Cuenca.

El palacio tiene dos plantas. Es de propiedad particular y no puede ser visitado. Se comunica interiormente con la iglesia. La fachada de ambos edificios forma un armonioso conjunto barroco.

Tras ellos se abre una espaciosa plaza cuadrada, conocida como De las Armas. Estaba destinada a celebraciones y corridas de toros. Se encuentra rodeada por un balconaje con barandilla de hierro. Su centro está dominado por una fuente de mármol atribuida a Churriguera.

Para que el pueblo prosperase se instaló una fábrica de paños y otra de vidrio. Sus productos alcanzaron cierto renombre y fueron muy apreciados por la Corte. Para alimentar los hornos industriales se cortaron los bosques cercanos. Se habla de una completa tala de un acebedo inmenso. Cuando la leña desapareció las fábricas cerraron. Comenzó su decadencia.

El municipio está catalogado como conjunto histórico artístico. Sin embargo, la degradación del casco urbano es notable. La existencia de urbanizaciones cercanas han logrado que Nuevo Baztán alcance importancia turística los fines de semana.