Estilista hermético
Mal Waldon TríoMal Waldron se acercó a la música por su lado culto y estudió piano clásico hasta que la seducción del jazz le llevó a colaborar con músicos de diferentes estilos. Primero con el saxofonista tradicional lke Quebeck, después con la vanguardia de élite encarnada en Charlie Mingus y Eric Dolphy. Todos estos músicos le influyeron, pues el propio Mal Waldron reconoce tener un ego no demasiado fuerte, pero nadie influyó en él tanto como la cantante a la que acompañó del año 57 al 59: Billie Holiday. Se nota sobre todo en lo que se refiere al ambiente apesadumbrado que tiñe su música. Bien es sabido que Billie era en sus últimos años una sombra de su pasado y que, donde antes lució la voz fresca y lozana como una gardenia, sólo quedaba sentimiento patético y restos amargos de su estilo inconfundible.El pesimismo oscuro, casi fúnebre y sin resquicio para el sentido del humor, inunda todo el jazz de Waldrom. No es fácil mantener la atención del público con ingredientes tan áridos, pero él es pianista de múltiples recursos adquiridos en multitud de sesiones contrarreloj para el sello Prestige, del que a menudo recibía encargos de escribir arreglos y composiciones de un día para otro. Tiene mucho oficio y por su pasado clásico es un buen conocedor de los métodos de construcción barrocos, mientras que, por su espíritu investigador, entiende bien los folclores africanos. Todo le vale para alcanzar el clímax en sus obsesivos solos en los que las ideas son puestas del derecho, del revés y hasta cabeza abajo.
Mal Waldron (piano), Paulo Cardoso (contrabaio) y Tony Moreno (batería)
Concierto en el Café Central, Madrid, día 23 de noviembre. Suplemento por la actuación 1.500 pesetas.
En algunos momentos, podría pasar por una versión actualizada y abstracta de Dave Brubeck, con quien Mal Walden comparte una forma particular de eludir el swing entendido a la manera tradicional, y en otros, en cambio, recuerda el piano africanista del jazz por antonomasia: el de Dollar Brand.
Ausencias
La primera parte de su concierto se compuso de temas propios como el conocido Snake out, en el que se echó mucho de menos un instrumento capaz de aportar la melodía de la que Waldron parece desentenderse voluntariamente. Es entonces cuando se cae en la cuenta de que ha estado frecuentemente al lado de baterías melódicos como Max Roach y Ed Blackwell, y de saxofonistas alertas al matiz como Steve Lacy, ausencias que terminaron por notarse demasiado.En la segunda empezó con un esperanzador A night in Tunisia que pronto se convirtió en una noche en monte pelado y continuó con You dont know that love is en la que Waldron expuso su afligida definición del amor, divergente de versiones más ponderadas como las de, por ejemplo, George Shearing, Hank Jones o Lou Levy.
Waldron estuvo acompañado por Paulo Cardoso, un sólido contrabajista de pulsación casi violenta, y Tony Moreno, batería que acompañó con corrección e instinto aunque tendió a sobrecargar sus solos.
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