Comunicar la buena suerte

Son las doce de la mañana del sábado y me dispongo a pasar por la librería a recoger mi ejemplar del periódico de su dirección. Espero que haya suerte -ayer, viernes, no llegó- y que a la una menos cuarto -no antes- me lo entreguen; que vuelva a haber suerte y que salga (en el concurso) el número que me falta en una columna, y que haya suerte por tercera vez y pueda conectar con ustedes antes de las seis de la tarde porque haya completado una columna. Han de ser demasiadas coincidencias, pero, en fin, eso es la suerte.Pero lo que en estas letras quiero realmente señalarle es que, para los melillenses -y supongo que para algunos españoles más-, el concurso resulta doblemente dificil porque:

1. La prensa no llega casi antes de la hora del cierre de la mañana a la librería distribuidora.

2. Que el sábado por la tarde no se abre.

3. Que, con frecuencia, dificultades en el trasiego de la mercancía o anormalidades atmosféricas impiden el reparto.

Todo esto quiere decir que, aun, siendo la suerte favorable, sería imposible cumplir los trámites exigidos. Acabo: ¿podría arbitrarse un procedimiento más flexible para comunicar la buena suerte -si alguna vez llega- que nos absolviera de pensar, con el boleto premiado en la mano, que España es diferente, pero Melilla (y otras regiones, a este respecto, también desfavorecidas), diferente en oportunidades?

Gracias por haberme leído y espero confiado su constitucional rectificación.

No hubo suerte y tampoco pude recoger el de hoy, sábado, porque no ha llegado. Lo que quiere decir que el lunes, a la una menos cuarto, sabré lo que pasó el viernes, el sábado y el domingo; que es, por otro lado, cuando -si no pasa nada- saldrá la carta. ¿Ve cómo tengo razón?-