Rodrigo sin Aranjuez

En el próximo mes de noviembre de 1990 el compositor Joaquín Rodrigo cumplirá 89 años que lleva con buen ánimo e, incluso, si salta la ocasión, dispuesto a componer. La Organización Nacional de Ciegos (ONCE), a la que sirvió Joaquín Rodrigo durante años, y el Banco Bilbao Vizcaya (BBV) han acordado renovar el homenaje permanente de los públicos al compositor saguntino famoso sobre todo por su Concierto de Aranjuez.

Unamuno

La Organización Nacional de Ciegos Españoles y el Banco Bilbao Vizcaya convocaron gran cantidad de público al concierto monográfico del Auditorio, en el que la Bournemouth-Sinfonietta, dirigida por Raymond Calcraft, creador y director del festival Rodrigo en Londres, 1986, interpretó un manojo de títulos seleccionados entre los más infrecuentes del autor del Concierto de Aranjuez.Con el barítono Gerard Quinn como solista, tornó una página muy bella e injustamente aparcada: la Música para un códice salmantino, escrita para el séptimo centenario de la universidad, sobre el poema de Unamuno y estrenada en su claustro en 1953; sonó también uno de los "conciertos" menos programados de Rodrigo: el Heroico, proyectado en 1935 y terminado en 1942, lo estrenó Leopoldo Querol y la Nacional bajo la dirección de Pérez Casas. Para el musicólogo Federico Sopeña el más claro antecedente está en una canción para chiquillos: Los pequeños arqueros; el compositor habla, desde hace algún tiempo de un homenaje a las ruinas de Sagunto. Creo que lo uno es demasiado poco, lo otro demasiada historia.

Contrastes

La cosa es más simple, como el concierto mismo: tras el Concierto de Aranjuez, leve, ingenioso, melancólico y evocador, el contraste parecía necesario, o por lo menos, normal. El mundo vivía un momento dramático y heroico, circunstancia a la que el compositor obedeció en sus pentagramas cruzados de toques militares, de fanfarres y pífanos y, también, de música religiosa y casi funeral. Joaquín Achúcarro tocó excelentemente su parte, nada fácil, y la obra salió, por un día, del archivo.La máxima novedad del concierto era el estreno en España del Cántico de San Francisco de Asís, para coro y orquesta, de 1982, estrenado por Joaquín Rodrigo en Londres cuatro años después por Calcraft y su Sinfonietta con la colaboración de coros ingleses. La partitura canta con propiedad, sencillez y humildad, las palabras del santo; dominan los solos en la orquesta, tal los de flauta y ponen las voces su corona de elemental polifonía.

Elementos "de color" contrastan con la homogeneidad coral e incluso los tutti jamás rompen el clima impuesto por uno de los poetas postreros del poverello. Intérpretes y compositor recibieron largas ovaciones del numeroso público asistente al concierto de Rodrigo.

Es bien sabido que Joaquín Rodrigo es más que famoso, popular, gracias al acierto singular del Concierto de Aranjuez o la belleza de sus canciones Los Álamos, Coplillas de Belén, Pastorcito santo. Pero merecen aplausos, igualmente, sus fragmentos del ballet Pavana real, sobre argumento de Victoria Khami y el Adagio para vientos.