El mito de Salazar sigue vivo en Portugal en el centenario de su nacimiento

"De algún modo, sentimos su falta. Con Salazar, no habría tanta libertad, tanta droga, tanta delincuencia, tanta corrupción. Con él había más respeto y tránquilidad". Éste es un juicio sobre Antonio Oliveira Salazar, 100 años después del nacimiento del fundador del Estado novo portugués. Quien lo formula no es un miembro de la antigua clase dirigente, sino un joven parado, que fue entrevistado por la televisión portuguesa en un reportaje sobre lo que piensa del cambio de régimen, hace 15 años, una generación que no conoció la dictadura.El juicio de los jóvenes portugueses es más crítico y matizado entre los universitarios, pero la mayoría opina que el salazarismo no fue tan malo como lo pintaron en los años que siguieron a la revolución de los claveles.

Invitado a comentar los resultados del sondeo, el presidente Mario Soares lamentó que los jóvenes y la opinión pública en general olviden tan fácilmente los crímenes de la policía política salazarista; la ausencia de libertad de expresión; la censura; el atraso económico, social y cultural -que condujo a Portugal a medio siglo de ruralismo retrógrado-; el éxodo forzado de cerca de tres millones de portugueses en busca de trabajo fuera de su país, o los miles de muertos de unas guerras coloniales anacránicas. Mario Soares desdramatiza, sin embargo, esta "falta de información".

Para los jóvenes que no conocieron otro modo de vida, la dictadura pertenece definitivamente al pasado. Optimismo que contradice la preocupación de otros países europeos que asisten al resurgir de grupos de extrema derecha y al crecimiento electoral de los neonazis. En Portugal el optimismo tiene una cierta base. La nostalgia de algunos sectores de la opinión portuguesa por los buenos tiempos de Salazar no cuajó nunca en la creación de una fuerza política organizada.

Esta sobrevivencia del mito de Salazar sobre el derrumbamiento del Estado Novo es objeto de un amplio estudio en el semanario Expresso.