Posibilista radical

Dice Weber que, a diferencia de otras profesiones, a los políticos se les juzga por lo peor del gremio. Lo mismo podría decirse de los vascos, a quienes se conceptúa según las declaraciones de sus entrenadores de fútbol en Estudio Estadio. Es injusto. Elías Querejeta ha sido futbolista, editor, guionista, productor. Nunca entrenador.Hace años, en un viaje a su tierra, Querejeta cenaba con amigos en un restaurante de San Sebastián. El dueño le saludó efusivamente: "Qué alegría verle. Como dejó el futbol y se fue a vivir a Madrid por la cosa del cine, pensábamos que era usted de los de la acera de enfrente. Hasta que hemos leido que liga con miss Universo. Menos mal". Dejar el fútbol a los 23 años ya era sospechoso; dedicarse al cine, motivo de recelo adicional. Pero irse a Madrid, prueba casi definitiva. Seguramente Amparo Muñoz no llegó a conocer su decisivo papel en la reivindicación de Elías como buen vasco.

El fino estilista que era Querejeta cuando jugaba en la Real Sociedad decidió abandonar el fútbol el día en que un cronista escribió, tras un mediocre partido, que había estado "pundonoroso". Demasiado para alguien tan poco dado a sólo sudar la camiseta. Así que colgó las botas y se vino a Madrid con Antxón Ezeiza, dispuestos ambos a fabricar historias como las soñadas viendo películas de Spencer Tracy. Casi 30 años después, el sello Querejeta ha estado presente en cada descubierta del cine español hacia tierras no roturadas. Para ello ha tenido que hacer equilibrios de extremo corriendo la línea. De otro guipuzcoano, Savater, la policía escribió que era un "extremista nioderado". De Querejeta podría escribirse: "posibilista radical".