Milagro

Y sucedió el milagro. Verán ustedes, horas antes el Papa había roto el protocolo y agraciado a Pinochet alargando su visita palaciega. Además Su Santidad salió tres veces al balcón en compañía del general, mientras Augusto se despendolaba a las espaldas vaticanas alzando los brazos como quien abraza al Papa, como quien le posee, le exhibe y le acapara. Justo lo que la Iglesia chilena quería evitar, o eso parece. Pero la ecuménica comprensión de Juan Pablo II debió de compadecerse ante la soledad del dictador; ante esos ojos inyectados en llanto que dicen que mostraba. O quizá fuera en sangre, y el Papa confundiese el origen de tan congestionada conjuntiva. En fin, en cualquier caso el Papa estuvo en verdad amable. Mucho más amable que en Nicaragua, pongo por caso. Entre augustez y augustez, Su Santidad acarició un momento la cara derretida de Carmen Gloria, la estudiante a la que la policía pinochetista quemó viva.Fue después cuando llegó el milagro. Ahí, en el estadio, ante los casi 100.000 fieles que escuchaban. El Papa había preguntado varias cosas; como, por ejemplo, si renunciaban al dinero fácil. Lo cual, por cierto, resulta una cuestión curiosa para ser planteada a los chilenos, que andan tan acosados por la hambruna que no sólo renuncian ahora al dinero fácil, sino que en lo que respecta al difícil ya están sumamente renunciados desde hace tiempo. En fin, que las gentes asentían a todo y la cosa marchaba sobre ruedas. Pero hete aquí que Juan Pablo II preguntó entonces si renunciaban al sexo y al placer. Y un apasionado no llenó el espacio. No me digan que esta negativa, que brotó espontáneamente de los labios de los fervientes fieles, no es un prodigio, un milagro de la pura realidad. De esa misma realidad que, horas después, se empeñó en manifestarse violentamente a través de la batalla campal del parque O'Higgins. O sea, que la estancia del Papa en Chile ha sido de lo más instructiva. Si yo fuera creyente, pensaría que la Providencia ha querido revelar a través de ese ingenuo no lo que es la vida.
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