Música para la elite
Está claro que la cultura musical en Madrid es para pudientes y diletantes. Mucho Festival de Otoño y mucha cultura para el pueblo, pero a la hora de poner los medios para que las manifestaciones culturales estén al alcance de ese pueblo, se juega con las posibilidades de adquisición de las entradas para que se produzca la selección clasista consabida.No juzgo intenciones, constato hechos: taquillas de diez de la mañana a cinco de la tarde, es decir, taquillas en horas laborables; es decir, trabajadores excluidos o seriamente dificultados para mezclarse con esa elite de pudientes y diletantes que constituyen la mayoría del público asiduo del teatro Real.
¿Acaso los responsables del Festival de Otoño juegan a fomentar el absentismo laboral para poder hacer las colas de taquilla?
Pero hay más: la conciencia social de tan ilustres promotores de la cultura debió presentir el problema, y decidió, generosamente, abrir taquillas el lunes hasta las siete de la tarde; ¡qué respiro! Pero su maquiavélica imaginación les brindó el recurso: las localdiades se ponen a la venta a partir de un martes; ¡qué respiro!, porque así la primera oportundiad para los que trabajan es el sábado por la mañana, y para entonces no quedan localidades para casi ninguno de los conciertos, y las que quedan son las de 3.000 pesetas.
Muchas gracias, de todas maneras, señores responsables del festival. Y no me vayan a decir que los horarios laborables de las taquilleras son los que son y que también tienen derecho a regresar temprano a sus hogares. ¿Hay cláusulas especiales para las taquilleras del metro, por ejemplo? Si la cultura es un servicio público, habrá que poner los medios para que lo sea de verdad; de lo contrario, sólo seguirán disfrutando de ella los mismos de siempre, sólo que a precios más baratos, gracias a las subvenciones que pagamos todos.-
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