Dos heridos en una carrera escalofriante
Una fuerte tromba de agua caída sobre Pamplona media hora antes de que comenzase el sexto encierro de los sanfermines provocó ayer la carrera más escalofriante de las habidas en estas fiestas, con una duración de ocho minutos y dos heridos por asta de toro. Se trata del bilbaíno Carlos Erdozain, que sufrió herida en el hueco poplíteo de la pierna, de 10 centímetros de longitud, con gran hemorragia que no afectó a vasos principales, y que quedó ingresado en observación en el servicio de urgencias del hospital de Navarra; y del vecino de Tolosa Javier Colomo Arenaza, de 23 años, con herida en la región glútea, que afectó a piel y tejido celular subcutáneo, y que quedó ingresado en el servicio de cirugía del mismo centro sanitario.Los astados de Domecq, como si estuvieran temerosos de la tormenta, salieron rezagados de la manada de cabestros que los arropan desde los corralillos de la Cuesta de Santo Domingo.
Desde los primeros metros se observó que el encierro sería peligroso. Los toros resbalaban en el adoquinado de las calles del casco viejo y a los mozos les ocurría otro tanto.
Los toros de Domecq se fueron descolgando. Los mansos se alejaron, y llegaron las cogidas. La más escalofriante se produjo en medio de la calle de la Estafeta, con el toro más rezagado de la manada. Éste, andando por la acera, empitonó a un mozo caído, volteándolo en varias ocasiones, hasta que un oportuno quite de otros corredores dio oportunidad al joven de alejarse por su propio pie.
El astado volvía sobre sus pasos y aún tuvo tiempo de empitonar, a la altura del callejón de la plaza, a otro mozo desprevenido, al que pilló por detrás. El agua es siempre peligrosa en un encierro, y el riesgo aumenta si los astados tienen mucho peso (los Domecq rondaban todos los 600 kilos) y si el número de corredores está fuertemente incrementado por el hecho de ser un fin de semana.
Las personas atendidas en los centros hospitalarios se cuentan por millares. Cortes por vidrio, intoxicaciones etílicas, esguinces, peleas, caídas, desmayos y un sinfín de motivos más hacen funcionar a pleno rendimiento los servicios médicos, que en muchas ocasiones se han visto superados por la avalancha de heridos.
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