Un general italiano acusa al Gobierno de su país de haber sostenido activamente a Gaddafi

Ambrogio Viviani, general de 57 años que dirigió el contraespionaje militar de Italia entre 1970 y 1974, y que quedó posteriormente marginado tras comprobarse su pertenencia a la logia masónica Propaganda 2 (P-2), ha acusado al Gobierno de su país de haber apoyado activamente al régimen del coronel libio Muamutar el Gaddafi. Concretamente, Viviani afirma que cuando él se hizo cargo del contraespionaje militar la orden que recibió del Gobierno, presidido entonces por el democristiano Giulio Andreotti, actual ministro de Asuntos Exteriores, fue que había que "salvar los intereses de Italia en Libia e impedir que el Ente Nacional de Hidrocarburos (ENI) fuese postergado en las actividades petroleras de aquel país".
Vivíani ha hecho unas confesiones al semanario italiano Panorama, que por su carácter explosivo amenazan con reanimar la polémica interna creada en Italia por la incómoda evolución de las relaciones con el vecino libio. Según el general marginado, las autoridades de Roma han tratado de demostrar al régimen de Gaddafi que Italia era su amigo más seguro. Y cuenta algunas de las pruebas de dicha amistad dadas por el Gobierno italiano al coronel de Trípoli. Por ejemplo, en enero de 1970, cuando Abdullah Ben, Abdid, sobrino del destronado rey de Idris, planeaba desembarcar en Trípoli con un grupo de opositores para organizar una revuelta contra Gaddafi, los servicios secretos italianos advirtieron al dirigente islámico, que detuvo a todos los que dentro de su país estaban implicados en el compló, antes de que se efectuara el desembarco.Más tarde, en 1971, un grupo de libios y de mercenarios había organizado una expedición para liberar a presos políticos en Trípoli. Los servicios secretos italianos bloquearon en Trieste al buque Conquistador que llevaba a Trípoli a los aventureros, que fueron detenidos.
Según el general Vivíani, como agradecimiento, Gaddafi envió joyas a las esposas de los oficiales italianos que llevaron a cabo la operación.
Por otra parte, en aquella época, y siempre según el general, Italia envió 50 oficiales del Ejercito a Libia para que entrenaran a las fuerzas armadas de aquel país, y vendió a Gaddafi muchas armas, entre ellas vehículos-oruga de fabricación estadounidense M-113, fusiles y ametralladoras. "Todo ello", cuenta el general, "tras haber reñido duro con los norteamericanos".
Confirma también Viviani que, en octubre de 1973, el contraespionaje italiano detuvo en el aeropuerto Fiumicino de Roma a un grupo de árabes dotados de misiles tierra-aire que pretendían lanzar contra un avión de la línea israelí El Al. Los terroristas eran cinco y fueron devueltos a Libia en señal de amistad con Gaddafi, .para evitar el terrorismo sobre suelo italiano".
Los terroristas fueron enviados a Trípoli en un avión italiano que, tres días más tarde estalló misteriosamente, muriendo sus dos pilotos. Según Viviani, la explosión fue un aviso muy significativo del Mossad, los servicios secretos israelíes, "para decirnos con un consejo un poco cruento que cortásemos con Gaddafi".
Ayer, domingo, no había ninguna respuesta oficial a estas graves revelaciones del general Viviani, probablemente en espera de que hoy por la mañana Panorama salga con el texto completo de la entrevista.
El presidente del Gobierno, Bettino Craxi, quiso, entretanto, responder abiertamente al cúmulo de amenazas vertidas recientemente contra Italia por el coronel Gaddafi, utilizando palabras muy duras: "Reaccionaremos con nuestros medios militares", ha dicho Craxi, "a cualquier amenaza de ataque".
Craxi hizo esta afirmación en un discurso pronunciado en Génova, y añadió que Gaddafi "ha empleado un lenguaje fanático, ignorando la prudencia que aconsejarían las circunstancias que se han creado". Según el presidente del Gobierno italiano, las últimas reacciones de Gaddafi son una respuesta al acuerdo alcanzado por los siete grandes en Tokio contra el terrorismo, en el que se menciona concretamente a Libia.
Horas antes, en la pequeña isla de los Conejos de Lampedusa, que fue atacada semanas atrás por dos misiles libios que no alcanzaron su objetivo, se había celebrado una gran manifestación, pidiendo al Gobierno que tomase medidas contra las nuevas amenazas a la isla por parte de Trípoli.
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