Lo de Corbalán es relativo

Todo es relativo para Corbalán, el base. Por tanto, cabe especular con que ayer no habrá hecho un buen partido. "Es relativo", contestaría en pura hipótesis, "que haya hecho un buen partido". Y, luego, explicaría por qué. Tanto es así, que cuando alguien le dijo en broma que eso de todo es relativo lo había dicho ya Einstein, contestó: "Ah, o sea que Einstein ha llegado a la misma conclusión que yo". Hay un duelo metafísico entre Corbalán e Iturriaga, porque el primero apoya la tesis del segundo: "Lo, importante es sentirte alguna vez miserable". Sin embargo, el segundo parece que empieza a ver las cosas con cierta relatividad. Luego, de momento, gana Corbalán.
Corbalán tiene una aureola tal, que obliga a Meneghin a buscar su abrazo después de haberle propinado un guantazo. Corbalán es aplaudido por el público de Milán, de Roma, de Limoges, de Kaunas o Moscú -tímido aplauso este- y no digamos en Tel Aviv -ovación- Corbalán es el único base que obliga a D'Antoni, conocido como Arsenio Lupín por su facilidad para robar balones, a guardar ese metro de respeto que le permita botar la pelota con elegancia, y ordenar mientras pasea por la cancha a sus jugadores. La mención de un Corbalán seleccionable irrita a Díaz Miguel porque es tan popular que la gente puede llegar a pensar que los partidos los gana él y no el técnico. Corbalán ha vuelto a ser el base, solo que mejorado por los años. Sin embargo, todo es relativo. No es un tirador, pero tira cuando debe tirar; no es un anotador pero suma 17 puntos cuando hace falta; no es un especialista de tres puntos, pero mete 2 de 2 en un partido decisivo. Es relativo, si, pero todos. se quedan con Corbalán.
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