¡Cómo está el servicio!
Cuando he leído la carta del colectivo de empleadas de hogar de CC OO (miércoles 26-12-1984), no puedo por menos que dirigirme a usted para que publique, si es tan amable, una experiencia personal sobre la chacha que tenemos en casa. Somos un matrimonio con cuatro hijos. Ambos trabajamos y los cuatro hijos van a sus respectivos colegios y guardería, esta última para que nuestra chacha no sufra demasiado con su presencia...Mi mujer, aparte de su trabajo, ejerce en casa el papel de empleada del hogar. Me explicaré: se levanta a las ocho de la mañana, prepara el desayuno de los chicos y los lleva al colegio. También hace en casa un par de camas para ayudar a sobrellevar a la chacha el esfuerzo agotador de la dura jornada que le espera... Durante la mañana, la chacha es capaz de hacer una ligerísima limpieza (no quiero, ofender) y preparar la comida. Todo ello aderezado con un par de horas (si no hay error, dos horas) de conversación telefónica con sus amigos y amigas de la disco. Tengo que hacer la salvedad de que en la mayoría de las ocasiones la llaman, pues dado que las anteriores que ocuparon su puesto gastaron ellas, solitas 20.000 pesetas en dos meses, puse un aparatito que mide los pasos del contador.
Por las tardes recoge la cocina y hasta plancha alguna cosita. Eso sí, ayudada por el televisor permanentemente. Cenamos, recoge la cocina (es agotador, créame) y se retira a su habitación a ver la televisión. Mientras ella descansa (faltaría más) nosotros, supongo que asquerosos burgueses, acostamos y dormimos a nuestros hijos. Jamás la chacha ha limpiado zapatos (debe ser muy humillante), jamás se ha levantado si ha oído llorar a mis hijos, aunque mi mujer estuviera enferma. Como dato adicional he de decir que cobra un salario de 25.000 pesetas mensuales, está incluida en la Seguridad Social (6.326 pesetas), tiene un mes de vacaciones retribuidas y permisos para Semana Santa, Navidad y fiestas del Pilar. Librajueves, sábados y domingos tarde y un fin de semana mensual.
Piensen como quieran. Estoy deseando que mis hijos crezcan para poder prescindir de esa trabajadora ejemplar. Me ahorraré dinero y servidumbre sin cuento.
Señoritas del colectivo: un poco más de seriedad, de honestidad y menos demagogia. La esclavitud de la que ustedes hablan es una burda argumentación que ya nadie cree.-
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