La voz humana de la CKD de Praga
Coro mixto de la CKD de Praga. Director: M. Kosler. Programa: C. Monteverdi, Sfogava con le stelle, nº 4 del libro IV de Madrigales; Lasciatemi morire, versión madrigalesca del Lamento d'Arianna, del libro VI de Madrigales; A. Dvorak, dos lieder del Ciclo de la naturaleza, opus 63; L. Janacek, El pato salvaje; F. Poulenc, Salve Regina, C. Debussy, dos Canciones de Charles d'Orleans; R. Sabadie, Danza, danza, danzari; A. Tucapsky, In honorem vitae (dos poemas de Horacio); A. Dvorak, Misa en re mayor, opus 86. Solistas. A. Randova, soprano; P. Busova, contralto; A. Hampel, tenor, y J. Skorepa, bajo.Teatro Pr¡ncipal Valencia, 5 de noviembre de 1984.
La voz humana es la voz coral: no en vano la jerga musical llama divo y diva a los solistas vocales. En el coro se aprecia la (umanidad antes que el alarde, que suena siempre a instrumental. Por eso cuando un coro, no prende y hace mella en el auditorio por los caminos secretos de la simpatía, la música se deslavaza y aburre.
Tal ha sido el caso de este coro checoslovaco, de buena escuela, a no dudarlo, pero inapetente y no dispuesto a la mordedura que se aguarda de la voz coral, que es la más veraz de la voces. Valencia ha sido testigo de este hecho musical.
Renuncia a la puesta en escena
Bien está la renuncia a una puesta en escena, que la Misa en re de Dvorak, como tradicional misa católica, recomienda y su sustitución por una lectura con aire de ensayo, acentuada por el desairado papel de un piano en lugar de una orquesta, o, al menos, un órgano; pero si se opta por la apacible intimidad poética el mismo Dvorak y Janacek, Debussy y Poulenc son propicios a ello-, la temperatura ha de elevarse, o la mera lectura languidece y hace languidecer al propio furioso Monteverdi. Lo mejor, los obsequios, en clave popular, en los que pudo apreciarse el regusto -privilegio de la voz que el instrumento no posee es el sabor- que en el resto estuvo ausente.
La voz de la contralto desbordaba la bizarría que al coro cauteloso le faltaba: soprano y bajo, discretos en el buen sentido. Y en la dirección, más oficio que aliento.
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