Silencio del Vaticano sobre el encuentro con los representantes del Gobierno de Managua

Las fuentes del Vaticano no han facilitado hasta el momento ninguna información sobre el encuentro del secretario de Estado de la Santa Sede, Agostino Casaroli, con la delegación gubernamental nicaragüense ni sobre la audiencia que concedió Juan Pablo II al presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, Antonio Pablo Vega.Las conversaciones entre la delegación del Gobierno de Managua y la representación vaticana han durado tres jornadas enteras. El absoluto silencio informativo por ambas partes era ya revelador de lo delicado e importante de las mismas. Sólo el primer día un la cónico comunicado de la sala de Prensa del Vaticano revelaba los nombres de la delegación nicaragüense y confirmaba que se habían encontrado con el arzobispo Achille Silvestrini, secretario para Asuntos Públicos de la Iglesia, una especie de ministro de Asuntos Exteriores del Vaticano.

También por parte de la diplomacia de Nicaragua en Roma el silencio fue total. Los dos embajadores ante el Quirinal y ante la Santa Sede respondían cordiales pero inflexibles que no estaban autorizados a conceder informaciones.

Este periódico ha podido, sin embargo, encontrarse con toda la delegación del Gobierno sandinista, compuesta por Emilio Maldonado, ministro secretario de la Junta de Gobierno; Antonio Tefel, ministro de Bienestar Social; Emilio Baltodano, ministro de Industria, y Liana Núñez, de la Dirección Nacional de Frente Sandinista.

La petición de los coloquios partió del Gobierno de Managua. "No es una novedad", dijeron los ministros al corresponsal de este periódico, "pues es ya la séptima delegación que tiene coloquios en el Vaticano desde el triunfo de la revolución".

De lo que han quedado contentos los delegados del Gobierno de Nicaragua es de la oportunidad que han tenido de aclarar tantas infórmaciones llegadas al Vaticano por otras fuentes y que los sandinistas consideran falsas y tendenciosas.

Para el Vaticano ha sido también importante saber que el Gobierno de Managua está dispuesto a abrir una página nueva entre las dramáticas relaciones actuales entre la Iglesia y Estado en Nicaragua.

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