El militarismo

Causa verdadero estupor leer los arduos argumentos en defensa del militarismo que han hecho estos últimos días en las páginas de los más diversos diarios distintas personalidades, pero sobre todo militares. Todo ello se debió en parte al temor de que se boicoteara la fiesta de nuestras Fuerzas Armadas, y digo lo de estupor porque en un país donde hay cerca de tres millones de parados, sin vislumbrar el más sutil viso de arreglo, donde la Seguridad Social está en plena crisis al borde de la quiebra, donde poco se invierte en obras públicas por falta de fondos, y hasta donde se está pensando en revisar las pensiones por invalidez por falta de dinero para sustentarlas, aún se hable, como se hace a diario, de seguir comprando armamento. Parece que hay toda una casta ajena a esta problemática, que sólo piensa en defender y justificar su status y que encima pretende que se les brinden aplausos y se apruebe su conducta hipermilitarista. Es para ellos más importante realizar fabulosos festejos con gran derroche de medios, comprar sofisticados sistemas de destrucción, y todo en aras de defendernos de un hipotético enemigo, cuando en realidad el enemigo ya lo tenemos dentro de nuestra misma casa muchos millones de parados. Pero ellos aducen que todos los gastos son para defendernos. Deben saber esos señores que como mejor se defiende al ciudadano es dándale bienestar, y no derrochando los pocos medios de que dispone en chatarra bélica.Otro argumento de que disponen es el esgrimido a diario de que las Fuerzas Armadas constituyen una garantía para la democracia: bien lo demostraron a lo largo de los 40 años de dictadura; bien lo demuestran en el Cono Sur latinoamericano o en Centroamérica. Por favor, señores, sigan usándonos, pero dense cuenta de que cada vez somos más conscientes de ello y, por tanto, más difíciles de llevar al huerto. Los pacifistas no son comunistas, son realistas que no tienen un velo delante de los ojos que les permita ver sólo hacia atrás. Cuando en todo el mundo se habla de desarme, nosotros, metidos en plena crisis, seguimos a diario comprando ingentes cantidades de armamentos que a poco son obsoletos. Basta ya, seamos realistas y dejemos de hacer el juego a los traficantes de armas y vidas. /