Shultz advierte que no hay ninguna fórmula para sustituir al acuerdo israelo-libanés

El secretario de Estado norteamericano, George Shultz, reafirmó ayer enérgicamente el apoyo de Estados Unidos al acuerdo de retirada israelí de Líbano firmado por Beirut y Tel Aviv y que ahora el presidente libanés, Amin Gemayel, parece decidido a abrogar, informa la agencia Reuter. George Shultz estimó que el acuerdo firmado en mayo del año pasado es la única fórmula capaz de asegurar tanto la soberanía libanesa como los legítimos intereses de seguridad de Israel.En una inesperada aparición ante la Prensa, Shultz, que personalmente contribuyó a la firma del acuerdo, dijo que "cualquiera que rechace este acuerdo tiene que asumir la responsabilidad de encontrar fórmulas alternativas para la retirada israelí".

El presidente Ronald Reagan manifestó, por su parte, que el replíegue de los marines a sus barcos en Beirut no supone ninguna reducción del tiempo previsto para su misión. Las naves podrían pemanecer en las costas libanesas durante más de un año.

Francia propuso ayer en el Consejo de Seguridad de la ONU una resolución destinada a enviar a Líbano una fuerza de paz integrada por países neutrales para que sustituya a la actual fuerza formada por efectivos de EE UU, Francia, Italia y el Reino Unido, informa Ramón Vilaró. Hay pocas probabilidades de que prospere la resolución ante las cinco condiciones planteadas por la URSS -entre ellas, la retirada de la flota de EE UU de las costas de Líbano- para votar en favor de la propuesta.

La crisis de Líbano ha sumergido en un ambiente de confusión y contradicciones a la Administración del presidente norteamericano, Ronald Reagan. Este clima podría empeorar si Gemayel denuncia el acuerdo tripartito del pasado 17 de mayo, que preveía una retirada de todas las tropas extranjeras de Líbano. Siria, que nunca aceptó el acuerdo, pide hoy la derogación como paso previo a cualquier intento de arreglo.

Para la Administración Reagan, el conflicto de Líbano se está convirtiendo en un rompecabezas, donde predomina el sentimiento de confusión, como demuestra el hecho de que primero Reagan ordenase el repliegue de los marines a los barcos, y, a continuación, se barajaron diferentes fechas y programas, a la espera de uno específico sobre el calendario de repliegue.