La Canal, fuera de casa

Al lado de Rock-Ola, que es donde van los chicos esos de la chaqueta de cuero y los pelos de punta, hay una discoteca llamada Le Carrousel. A tan ecuestre lugar, sin duda para demostrar que esto del jazz se mueve, se han llevado a la Canal Street Jazz Band con su música de Nueva Orleans y sus chalecos de rayas, y al grupo de Jorge y Jesús Pardo, que éstos ya hacen jazz de hoy, de ahora.Total, que allá nos fuimos, a ver a la Canal Street, cosa justa y saludable. A echar de menos al inolvidable Joe Moro, y a reírle las gracias a Kashishian, siempre entusiasta al trombón; a aplaudir el piano stride de Fernando Sobrino y a comprobar una vez más que Roberto Borde, al saxo soprano, junta en una sola figura al encantador y a la serpiente.

¿Qué decir de este concierto de la Canal? Pues nada diferente de lo que puede afirmarse de cualquiera de sus otras muchas actuaciones en los santuarios del jazz madrileño.

Los aficionados a sacar moralejas pueden desprender de ello, bien que el jazz en Madrid extiende su campo de acción, bien que la Canal se las sabe apañar cuando va de equipo visitante. Sólo que este crítico la prefiere cuando juega en casa, en uno de esos reductos de los que parece que es ahora necesario sacar el jazz.