Las broncas al presidente

¡Vaya por Dios!, diría el presidente de la corrida, Constantino González, para un día que se va cumpliendo, más que menos, el reglamento, coge el público y me abronca. Y lo abroncaron injustamente. La primera cita se la llevó mientras Dámaso González daba los últimos muletazos a su primer toro y entraba a matar. El de Ramón Sánchez tenía una embestida incierta, sobre todo por el lado derecho, y Dámaso tardó mucho en someterlo en una lidía porfiona y valiente, pero sin lucimiento. Cuando el albacetense estaba a gusto, sonó con justicia el aviso, y el público mandó algún recuerdo al presidente y su familia. La otra bronca subió hasta el palco cuando Constantino negó, de nuevo con justicia, la segunda oreja del astado al Niño de la Capea en el quinto de la tarde. El salmantino que, ¡noticia, noticia!, se había picado con el triunfo de Dámaso en el cuarto -algo casi increíble en esta época de toreros funcionarios-, realizó una faena en su estilo rápido y atropellado, que empezó junto al tendido 10 y acabó en el 4, y en la que sólo algunos detalles tuvieron hondura, aunque calase entre los espectadores. Para colmo, remató la labor con un bajonazo.Dámaso González hizo lo mejor de la corrida en su segundo a base de su prodigioso temple, ligando los pases y obligando al animal a ir por donde no quería.

Pepín Jiménez, que salió con un cuello ortopédico, estuvo rutinario y ventajista, destacando únicamente en unos ayudados por alto.