Sobre Nicaragua
Las últimas noticias que vienen apareciendo en EL PAIS sobre el caso de Nicaragua merecen ciertas aclaraciones para no inducir al lector al confusionismo. Primero: las declaraciones y el caso del sacerdote español Morataya, ex director del colegio salesiano de Masaya, son refutables. Como ex alumno que soy de ese centro, tengo que afirmar (contra declaraciones suyas publicadas en EL PAIS el lunes 30 de agosto) que sí existen ventanas -no en el segundo piso, que no existe, sino en el primero- de donde salieron los disparos, y que la versión de los hechos es contraria a la realidad que explica. Esto tiene su explicación: para los padres salesianos de Masaya, como para toda la curia que explota la educación en Nicaragua, la revolución sandinista es un enemigo porque trata de hacer de la educación un medio asequible para todos en un país donde todavía siguen faltando escuelas.Segundo: al hablar de la Iglesia, hay que comprender que hablamos de una Iglesia dividida por intereses. Una, a favor de los pobres, de los que defienden a la gran mayoría, y otra, la más reducida, pero la más potente económicamente, que nada tiene que ver con los problemas de los pobres, que mira hacia Roma y vela por los intereses de la riqueza que sigue explotando.
Tercero: si para un sacerdote que pertenece al Opus Dei, como el padre Morataya, "el socialismo nicaragüense es un grupito de personas, que es el único que piensa y decide", yo le digo que este grupito es el único que ha hecho de la clase campesina y trabajadora -con mucha dificultad- una clase redimida. Con esto mando al padre Morataya a leer la historia de Nicaragua, que supongo desconoce porque llegó hace seis meses. Lo que ocurre es que no se puede mirar la sociedad del Tercer Mundo con ojos europeos, y menos cristianizantes. Ese problema ya les pasé a los cronistas de la colonia, y no hay que incurrir nuevamente en el error. /
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