Historiografía catalana

En la reseña firmada por F. A. del acto de celebración de la publicación del número 50 de la revista de historia L'Avenç se incurre en dos errores al aludir a algunos comentarios que hice en mi breve exposición.En primer lugar, yo no lamenté "que hubiera desaparecido de la cabecera el subtítulo de Revista de historia de los Países Catalanes". Hice observar simplemente que muchos de los más ruidosos e intransigentes postulantes de la idea de Países Catalanes vinculados entonces, más o menos, a la revista, habían optado después por el silencio e incluso alguno había traicionado la idea antes de que el gallo cantara por primera vez, quizá por sentirse llamado a mayores y más dignas empresas en partidos de ámbito estatal.

Se me atribuye también haber dicho que "LAvenç mantiene una indiferencia que no es sino solidaridad en la negligencia". Ni es exacto ni tiene evidentemente sentido fuera del contexto. Trataba de explicar las causas que hacen tan difícil que L'Avenç ejerza con regularidad una verdadera labor de crítica historiográfica.

Respecto a la historiografía catalana L'Avenç no hace sino reflejar esa especie de fingida indiferencia que llega a formar una solidaridad en la negligencia crítica; y respecto a la historiografía española -que F. A. no creyó oportuno recoger-, L'Avenç acusa el encuentro frontal con el verdadero discurso de la historia de España: los ejes burocráticos de poder académico, las clientelas que controlan las oposiciones; el poder, en suma.

Y es, por tanto, supuestamente mejor la simulación de indiferencia y el silencio ante los muy mediocres productos historiográficos.

De ahí el fracaso de L'Avenç en servir de tamiz directamente crítico de la producción historiográfica tanto catalana como española. Evidentemente, L'Avenç no es el responsable de esta poco ejemplar situación. /