Clausura del I Otoño Musical de Cáceres

Patrocinado por la Institución Cultural El Brocense, de la Diputación Provincial de Cáceres, se ha clausurado en la capital extremeña el I Otoño Musical, que ha contado con la presencia de importantes solistas y conjuntos nacionales y extranjeros.El público cacereño ha llenado a diario el recinto del monasterio de San Francisco el Real, del siglo XV, recién restaurado y recuperado. Este centro cultural albergará, entre otras cosas, las dependencias de la Institución El Brocense y las del Conservatorio de Música.

La fundación del monasterio de San Francisco, extramuros de la villa, está ligada a los Reyes Católicos y a ilustres linajes de Cáceres: los Carvajal, Paredes, Saavedra, Ovando, Rocha, Monroy, Aldan, Golfin, Vargas, Peña, Sotomayor, Ulloa, etcétera.

En la iglesia de San Francisco, ahora convertida en sala de conciertos de excelente acústica, se han celebrado todas las sesiones del I Otoño Musical, inauguradas en una conferencia-concierto de Antonio Fernández Cid, con el pianista Rogelio Gavilanes. Después se pudo escuchar al dúo de órgano y trompa integrado por Miguel del Barco y Miguel Angel Colmenero, respectivamente; al pianista Isidro Barrio y dos programas del Ballet Nacional Español, que dirige Antonio, presentando algunas de las coreografías que, a partir de esta semana, podrá ver el público madrileño en la Zarzuela.

El norteamericano Ted Alan Worth ofreció un recital en el moderno órgano Rodgers que ha sido instalado en la cabecera de la iglesia de San Francisco, evidenciando con habilidad sorprendente las muchas posibilidades de un complejísimo instrumento, ideal para las piezas de autores contemporáneos.

Si para las músicas barrocas sobraba órgano y espectacularidad del organista, en la Suite opus 5, de Maurice Duruflé (Louviers, 1903), o en la Roulade, del norteamericano Seth Bingham (1882-1972), se apreciaron la riqueza de posibilidades del órgano y el dominio del mismo por Ted Alan Worth.

Otra sesión de relieve ha sido la protagonizada por Los Solistas de Zagreb, el conjunto de cámara al que diera fama mundial la batuta de Antonio Janigro. De su concierto cacereño merece destacarse la versión del Concierto para violín en re menor, de Mendelssohn, obra juvenil del músico alemán, en la que brilló la buena afinación de todo el grupo y la calidad del solista Tonko Ninic.

Finalmente hemos de dejar constancia de la gran altura de los tres recitales de piano a cargo de otros tantos pianistas españoles: el madrileño Isidro Barrio, con un programa Mozart-Liszt; el canario Guillermo González y el andaluz Rafael Orozco.

Si el pianismo del tinerfeño está hecho de una alta dosis de rigor y análisis personal, como pudo verse en sus equilibrados Beethoven y Liszt, el del cordobés parte de una exquisita sensibilidad y poderosos recursos virtuosísticos, puestos de manifiesto en sus admirables versiones de Chopin. Todos hicieron gala de un bello sonido.