A los siete años ya no se es niño
Tengo un hijo que ha cumplido los siete años. Millones de padres tienen hijos de siete años. Todos esos padres creen que esos niños, por el mero hecho de tener esa edad, son niños; pero la desagradable sorpresa llega cuando es necesario llevarlos al pediatra a causa de unas simples anginas; el pediatra los rechazará diciendo que para la inefable Seguridad Social ya no son niños; son hombres y, por tanto, debe verlos el médico de cabecera, o sea, medicina general.Pero esto, con ser malo, no es lo peor; lo grave, lo incompresible, lo intolerable. llega cuando el padre tiene la desgracia de tener que ingresarlo en una clínica. Como está considerado un hombre, lo encamarán junto a un hombre, no importa que tenga treinta, cuarenta o setenta años, ni qué enfermedad padezca; lo encamarán a su lado, sin pensar que ese hombre fuma como un carretero, tose y escupe (aún se estila). ¿Hay derecho a tan cruel y antisanitario despropósito? Mi hijo, que ha necesitado encamarse en una clínica, ha tenido su habitación, aun a costa de haberme dejado en el intento la mitad del importe de mis vacaciones; cientos de miles de padres, en caso de tener que utilizar la clínica, podrán hacer igual, pero, ¿cuántos millones de niños tendrán que ingresar en una clínica en condiciones, para ellos, precarias?
Los políticos, todos, de cualquier color, hacen declaraciones sobre nuestra posición en la escala del mundo occidental, dicen que estamos a la altura de los países más adelantados, pero en este caso concreto no es así; en este caso tenemos que admitir, con la natural tristeza, que es verdad aquello de que Europa termina en los Pirineos.
Pasó el Año Internacional del Niño y todo fueron declaraciones y fotos para el recuerdo, pero de acciones concretas, nada.
Los partidos, todos, se apresuraron a declarar la mayoría de edad a los dieciocho años; eso corría más prisa (por mor de los votos) que considerar a un niño niño hasta los catorce años, como ocurre en cualquier país europeo./
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