Suñer, partidario de la amnistía para sus secuestradores
El industrial valenciano Luis Suñer, liberado en la madrugada del martes, tras permanecer secuestrado 91 días, presumiblemente por ETA Político-militar, dijo ayer en Radio Nacional que para solucionar el problema del terrorismo y de los secuestros «sería bueno que haya una amnistía». Suñer, que, según sus declaraciones, nunca pensó que le fueran a matar, respondió así a la pregunta de si le gustaría conocer la detención de los autores de su secuestro: «En los dos sitios donde he estado me he despedido como amigo y les he dicho que no les guardaba rencor, que esperaba que ellos hicieran igual conmigo, y que tenía ganas de verles, un día con la cara descubierta, liberados y reintegrados en la sociedad».Luis Suñer se manifestó partidario de la amnistía: «Habría muchos que no volverían a hacer lo mismo. Esto es una cosa particular mía; yo no conozco la política ni conozco nada, pero yo lo haría, con condiciones, pero sí lo haría». Durante su encierro, hablaron de política en alguna ocasión: «Yo quería convencerles del capitalismo, y ellos al revés. En fin, en la despedida yo les dije que pensábamos de forma distinta, pero que nos despedíamos amigos, nos dimos un abrazo y, como no teníamos otra cosa, pues nos tomamos un cubalibre».
Suñer dijo que se enteró del intento del golpe de Estado con retraso, y al preguntarle de quién se acordó, dijo: «No lo sé. Como yo, mi abuelo y mi padre hemos sido republicanos, recuerdo que mi padre, cuando vino la República, me dijo: "Fill meu, hijo mío, ¿tú sabes lo mejor de esta República qué es? Que no ha habido una gota de sangre". Esa era la clase de república del año 1931, republicanos antiguos; o sea, que ya le contesto con eso, ¿no?.
Luis Suñer contó que estuvo encerrado en dos lugares y que en el primero, donde pasó 73 días, de rodillas tocaba el techo. «Tenía un callo en el pie», dijo, «y como estuve 77 días sin andar, pues ya no lo tengo.
Al final, «cuando se iban, me pidieron el reloj. Yo se lo dejé a uno de los dos señores que me liberaron. Le pregunté: "¿No me lo van a devolver?". Y dijo: "No lo sé". Al contarle que es un recuerdo de mi esposa, que murió hace siete años, me lo devolvió».
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