La primera escultura del asturcón será entregada al príncipe de Asturias

El Príncipe de Asturias recibirá el primer ejemplar, de una serie de cien, de una escultura en bronce del caballo asturcón, obra del artista asturiano José Luis Fernández, con motivo del viaje que efectuará a esta región, acompañado de sus padres, los Reyes, durante los días de hoy y mañana. La serie en bronce de asturcones ha sido realizada por la Caja de Ahorros.

Los caballos asturcones, raza en trance de extinción, fueron valiosos colaboradores de los astures, por la seguridad y comodidad que daban a los jinetes, al llevarles por las laderas pendientes y accidentadas, en la lucha de cien años contra el Ejército romano. Con motivo de la visita del príncipe Felipe a Asturias, la primera que realizará oficialmente a una región española, un asturcón será marcado con los hierros de «SAR el Príncipe de Asturias».Los historiadores romanos llegaron a relatar que sus enemigos, cántabros y 4stures, sacrificaban sus caballos como ofrenda a los dioses de la guerra y bebían su sangre para adquirir sus virtudes más admirables: la resistencia, la dureza, la velocidad y el valor. Los astures dieron a los asturcones la consideración de animales sagrados, como premio a su utilidad, tanto en la paz como en la guerra.

Con la cristianización, los asturcones perdieron su carácter sagrado, pero conservaron su valor como animales domésticos durante siglos.

Los asturcones se crían en el Sueve, sistema montañoso situado al norte de Asturias, desde cuyas cumbres puede contemplarse la costa comprendida entre Ribadesella y Santander.

El veterinario doctor Ochoa explica en su obra El asturcón o el caballo del Sueve las características de este animal. Tiene la cabeza algo corta y cuadrada, ojos vivos y móviles, orejas pequeñas, cuello con buena inserción en el pecho, grupa más bien corta y algo derribada, vientre voluminoso y cascos pequeños, compactos y enérgicos. Con su desaparición, Asturias puede perder, en el plazo de una o dos generaciones, el recuerdo vivo de una de las páginas más bellas y heroicas de su historia, según Miguel Angel García Dory, uno de los mejores conocedores de la fauna asturiana.