Yo, Claudio.

Livia es el veneno (capítulo quinto). Claudio se ha casado hace un año y es padre de un niño. Augusto recibe en el Senado a Germánico y a Tiberio, que vienen victoriosos de Germania. Livia acude al templo de las vestales, pide a Camila Pulcha que le deje ver el testamento de su marido y comprueba que ésta ha modificado su última voluntad. Augusto confiesa a su amigo Fabio Máximo la premonición de su propia muerte por la evidencia en el vuelo de un águila. Se niega a probar alimento y sólo come higos del jardín recogidos por él y leche de vaca ordeñada con sus manos. No permite que Livia toque sus alimentos.