Recital de Teresa Berganza en homenaje a Lola Rodríguez Aragón

La Escuela Superior de Canto ha rendido homenaje a la que desde su creación ha sido su directora, Lola Rodríguez Aragón, con un recital de la más ilustre de sus discípulas: Teresa Berganza.Aromas de sarao decimonónico en la casi familiar cordialidad de una velada inolvidable. Ningún marco más adecuado para ello que el delicioso teatrito del que fue palacio de los Bauer, hasta el que desde el pequeño jardín, que es ya historia, conseguían filtrarse por los ventanales abiertos el frescor y el perfume de la noche madrileña.

Precioso programa el escogido por Teresa Berganza: tres arias de Arsilda regina di Ponto, de Vivaldi; siete lieder de Brahms, cinco mélodies de Fauré y media docena de tonadillas de Granados.

No es cosa a estas alturas de descubrir el arte de Teresa Berganza. Tal vez no sea ocioso, sin embargo, subrayar algunas de sus características por extraordinarias aún entre primeras figuras: Teresa Berganza posee una afinación cuya perfección constituye por sí sola un placer, bien infrecuente, por cierto, en el mundo del canto; su voz, de un timbre tan bello como personal, posee una perfecta igualdad en toda su extensión, y la Berganza, uno de cuyos valores más innegables es el de conocerse a sí misma, consigue cantar sin que exista jamás la menor dureza, y sin que la voz disminuya un ápice su calidad.

Además es una de las pocas cantantes que llevan a la práctica lo que suele quedarse en teoría: el empleo del vibrato -siempre moderado- como recurso expresivo y no como presencia continua, gracias a lo cual no pierde su efecto. La otra gran característica de la Berganza es, a nuestro juicio, la nitidez: la asombrosa claridad y virtuosismo de los pasajes de coloratura, así como su perfecto legato.

Teresa Berganza fue acompañada con pulcritud y discreción por el pianista Richard Amner. Ambos fueron muy ovacionados.