Julián Marías: "Los males de la universidad, fruto de su politización"
La reflexión sobre la universidad española, objetivo fundamental del seminario organizado por la Fundación de Estudios Sociológicos (Fundes), que se ha celebrado en Madrid durante los dos primeros días de esta semana, se convirtió, al menos a lo largo de las sesiones de trabajo de lunes, en una reflexión sobre la ley de Autonomía Universitaria.
En torno a este proyecto de ley, pendiente de su tramitación parlamentaria, discurrieron gran parte de las intervenciones.Para el profesor Julián Marías, presidente de Fundes y director de este seminario, las causas decisivas de la situación universitaria de nuestro tiempo se encuentran en «el crecimiento, la masificación, el utilitarismo, la politización, la falta de vocaciones y la descapitalización intelectual de los pueblos». Otros ponentes insistirían en las consecuencias negativas de la politización de la universidad, «imperdonable», según el profesor Marías, cuando hay otros cauces políticos, «porque significa la destrucción gratuita de la universidad en pura pérdida, a cambio de nada».
Por su parte, el profesor Rafael Lapesa, para quien la innegable politización de la universidad ha descendido considerablemente durante los últimos cuatro años, los aspectos más negativos de nuestra universidad se encuentran en la improvisación, imprevisión, falta de coordinación y el absentismo.
En relación con la futura ley de Autonomía Universitaria, el profesor Lapesa expresó sus temores de que se pueda propiciar un cierto provincianismo, del que ya existen, en su opinión, algunos síntomas.
El ministro González Seara, en un coloquio informal durante el almuerzo, reiteró su apertura y flexibilidad ante el futuro debate parlamentario sobre el proyecto de ley de Autonomía Universitaria. Justificó esta flexibilidad en la coherencia con su fe en el sistema democrático y porque no tendría sentido que una ley de tanta trascendencia pudiera venir impuesta por la concepción que un solo partido pueda tener de la universidad.
Posteriormente, el ministro de Universidades e Investigación disertó sobre el entorno social de la universidad. Muy en la línea de la filosofía que caracteriza el preámbulo del proyecto de ley de Autonomía Universitaria, González Seara postuló la necesidad de que la universidad asiente su renovación sobre la realidad de la sociedad industrial en que nos encontramos. En este sentido rechazó la nostalgia de quienes pretenderían mantener la universidad de élites del pasado y se mostró particularmente pesimista respecto a las posibilidades de renovación de la universidad si ésta no consigue interesar a la sociedad por cuanto en ella sucede.
Desde esta perspectiva defendió la necesidad del consejo social que se contempla en el proyecto de ley, aunque admitió que su regulación podría mejorarse en el Parlamento, porque el gobierno de la universidad no puede dejarse únicamente en manos de los universitarios.
González Seara finalizó su intervención rechazando la idea de que muchos reivindiquen para la universidad una autonomía y libertad omnímodas que ninguna otra institución del Estado pretende.
La absoluta necesidad de una ley que saque a la universidad de su actual postración, fue defendida por el rector de la universidad de Granada, profesor Gallego Morell, quien denunció en su ponencia el desinterés que los jóvenes partidos políticos han mostrado por la Universidad durante los dos primeros años de la transición política.
También Antonio Hernández Gil, ex presidente de las Cortes y catedrático de Derecho Civil, preconizó la conveniencia de que la ley se ocupe de la universidad.
En la jornada de ayer, más centrada en los objetivos del seminario, intervinieron los profesores José Luis Pinillos, Pedro Laín, Fernando Chueca, Helio Carpintero, Emilio Lledó, Urbano Valero, Santiago Grisolía y Rafael Martín Moyano.
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