Treinta mil muertos y una economía destruida
Treinta mil muertos, una economía destruida y un pueblo al borde de la inanición es el saldo que ha dejado detrás el ex presidente Anastasio Somoza Debayle, después de más de un año de guerra civil, particularmente intensa en las últimas cinco semanas.Los combates, los bombardeos indiscriminados de la aviación somocista contra las ciudades y que han afectado gravemente a la población civil, los fusilamientos por la Guardia Nacional de sospechosos de ayudar al sandinismo, han costado la vida a 30.000 personas, en un país habitado por dos millones de personas.
Si a esto se suma el caos económico y la destrucción de fábricas, edificios, la situación económica se convierte «en una de las más graves que ha tenido cualquier país latinoamericano», a juicio de economistas nicaragüenses.
Uno de los más graves problemas que plantea la reconstrucción del país, según el delegado general de la Cruz Roja para América Latina, Ricardo Bermúdez, que ayer regresó a Ginebra desde Managua, reside en el hecho de que la guerra civil ha impedido realizar la siembra en los meses adecuados, cosa especialmente grave para un país agrícola y ganadero como es Nicaragua. «Esto hará especialmente crítica la situación alimenticia del país», afirmó.
Según Bermúdez, «será necesaria una importante ayuda internacional, desde el punto de vista asistencia y humanitario, para poder mitigar el sufrimiento del pueblo de Nicaragua».
«Tenemos un pueblo destruido, una población hambrienta, con graves necesidades de medicamentos y asistencia médica», declaró el delegado de la Cruz Roja, que señaló la necesidad de reconstruir infraestructuras mínimas para garantizar suministros vitales a la población.
Por otro lado, los destrozos provocados por la guerra en la economía del país provocarán que el paro, que afectaba al 30% de la población, pueda elevarse hasta el 50%.
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