Es probable que el nuevo Papa sea un"montiniano"
Como tal vez nunca ocurrió en otros períodos de sede vacante, el tema de las candidaturas al pontificado recibe ahora un tratamiento crudo y desenfadado. Los nombres de los cardenales papables varían de un día a otro. Los candidatos más seguros de una jornada se diluyen a la siguiente. Pero lentamente va tomando cuerpo la figura del purpurado ideal sobre el cual convergerían las preferencias de los dos tercios del cónclave.
En el diseño del futuro Papa se reconoce el trazo de las distintas tendencias que sutilmente comienzan a identificarse en el seno del Colegio de Cardenales. Una burda y arriesgada simplifcación reduciría esas tendencias a tres sectores: el conservador, el «montiniano» centrista y el progresista. Sin embargo, esos sectores se descomponen o se reagrupan según sean teológicas o terrenales las propuestas que los preocupen.
El reconocido especialista en temas vaticanos Giancarlo Zizola cree reconocer ese foco de atracción en la figura y el pontificado de Pablo VI. Asegura que en torno al papa Montini convergen todas las tendencias, si bien atisba intenciones diferentes en ellas. Al sector conservador le atribuye el objetivo de lograr un papado de restauración, para lo cual se vale de dos métodos. Por un lado, se muestra por encima de los grupos con el propósito de presentarse, eventualmente, como árbitro de acuerdos futuros. Por otro, reconoce el significado y la importancia del parado de Pablo VI. El grupo conservador, y con él la vieja curia, presenta así su candidatura para asegurar la continuidad «montiniana». De esta forma impide que la herencia de Pablo VI sea reivindicada exclusivamente por los llamados «montinianos» de centro, considerado el grupo más numeroso dentro del cónclave. En tres intervenciones públicas de los últimos días, las de los cardenales Carlo Confalonieri, Giuseppe Siri y Pericle Felici, se intenta reconocer las estrategias del grupo
conservador.
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Los "montinianos" quieren un Papa "italiano y pastor"
(Viene de la página primera)Otra tendencia pretende reagrupar a los más caracterizados cardenales «montinianos» con algunos purpurados conservadores y otros progresistas. Son los que han lanzado la idea de que el futuro Papa debe ser italiano y pastor, es decir, que gobierne o haya gobernado una gran diócesis. En esas condiciones se cuentan los siguientes cardenales: Ugo Poletti, vicario de Roma; Giovanni Benelli, arzobispo de Florencia; Antonio Poma, arzobispo de Bolonia; Albini Luciani, patriarca de Venecia; el ya citado Giuseppe Siri, arzobispo de Génova; Corrado Ursi, arzobispo de Nápoles, y Salvatore Pappalardo, arzobispo de Palermo. Se agregan a ellos Sebastiano Baggio (uno de los más nombrados hoy junto con el cardenal Luciani) que, después de dejar el arzobispado de Cagliari, pasó a la curia romana, y Michele Pellegrino, ex arzobispo de Turín. Los cardenales del sector progresista no han sugerido ninguna candidatura, pero se sabe que mantienen reuniones periódicas, con asistencia de varios purpurados del Tercer Mundo, en el colegio holandés de la colina del Aventino, donde ofician de anfitriones los cardenales Bernard Alfrink y Joannes Wille- Brandsz. Las reuniones de los miembros del colegio se suceden y el cardenal Sergio Pignedoli, de la curia romana, habría reunido en su casa, en sucesivas cenas, a varios purpurados extranjeros.
Las manifestaciones del disidente obispo francés Marcel Lefèbvre no causaron inquietud en el Vaticano. El sacerdote cismático proclamó que no reconocería al nuevo Papa porque en su elección no podrán participar los cardenales mayores de ochenta años. La reacción de la Santa Sede fue muy simple. El director de la sala de prensa, padre Romeo Panciroli, se limitó a leer las resoluciones del papa Pablo VI, fijando ese límite de edad para intervenir en el cónclave. Sin embargo, se aguarda otra ofensiva de Lefèbvre. Esta vez la emprenderá a través de uno de sus seguidores en Italia, el padre Putti, director de una publicación de extrema derecha llamada Sí Sí, No No. Putti se propone enviar a todos los cardenales un documento con supuestas pruebas de vinculaciones de algunos cardenales,entre ellos los franceses Gabriel Garrone y el propio camarlengo Jean Villot, y el italiano Ugo Poletti, con la masonería.
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