Miedo a la verdad

Hace unos días aparecía en es te periódico una información denunciando arbitrariedades en las oposiciones restringidas para profesores de EGB. A las anomalías expuestas debo añadir que, a) en la sala segunda del tribunal tres se copió con facilidad, y b) la prueba oral, al parecer la que puntuó realmente, fue una verdadera pantomima. En la mesa se leía el periódico, se saboreaban caramelos y se cuchicheaba sin cesar... Ese fue el panorama durante las dos horas de asistencia de este observador imparcial. Fui testigo, posteriormente, de alumnos que no daban crédito a su suspenso e incluso a su aprobado. Nadie sabe cómo y por qué se ha puntuado. Nadie sabe para qué ha servido la entrega de la justificación didáctica.La sorpresa es mayúscula cuando al interrogar a la presidenta de dicho tribunal sobre las irregularidades imputadas por los alumnos, se negó en rotundo. Y se negó porque ni ella misma ni el tribunal en pleno pueden explicar por qué se está o no en la lista. María Teresa Latorre prefirió el silencio. Para ella son estas preguntas.

Si al día siguiente del examen escrito se inicia el oral, ¿cuándo, entonces, se ha corregido aquél, ya que las sesiones duraban de diez a doce horas? ¿Por qué no se puede enseñar el acta a los alumnos supensos y se les dice que no tienen derecho a reclamación alguna? ¿Por qué se insiste en que el ejercicio escrito fue de similar nivel para todos? ¿Cómo explica que sólo veinticuatro horas después del final de la segunda prueba aparezcan ya listas definitivas? ¿Cómo puede, en definitiva, sorprenderse la esperanza y la buena fe de las personas?

Sin duda, señora presidenta, todo esto es un gran fraude. Un fraude que siempre pagamos nosotros, porque 6.000 plazas vitalicias acaban de adjudicarse en la convocatoria y no a los mejores..., al menos en su demarcación. Doy fe.. He visto llorar a varias personas porque en ellas se ha cometido una injusticia. Una injusticia de la que cada uno de ustedes es responsable.

Debe abrirse una investigación al respecto.