El síncope de los seis metros mató a Iradier

Un joven deportista vasco, Fernando Iradier de 27 años y padre de dos niños, encontró la muerte en la primera jornada del campeonato de España de pesca submarina que se disputaba en aguas de la bahía de Pollensa, entre el islote del Colomer y el cabo Cataluña.Fernando Iradier, 1,90 metros de estatura, representante del equipo de Vizcaya, había descendido a una profundidad de más de 20 metros detrás de una pieza. En una lancha neumática, arriba, el campeón de Levante, Juan Martínez y el subcampeón asturiano Abel Zariza, que seguián las evoluciones de Iradier, se dieron cuenta de que algo extraño le su cedía al pescador, pues su linterna apareció flotando sin que él, que llevaba más de tres minutos sumergido, diera señales de vida. Zariza se lanzó al agua y encontró a Iradier tendido sobre un banco de algas a unos 22 metros de profundidad. No pudo bajar hasta donde se encontraba su compañero por que los pulmones esa profundidad, no lo aguantaban. Fue preciso avisar a Juan Repiso , del equipo de Guipuzcoa que se encontraba a unos 300 metros en un bote neumático. Repiso, más acostumbrado a las profundidades, pudo extraer el cuerpo del campeón vasco, pero pese a que se le hizo el boca a boca, y el doctor Bartolomé Tous, médico de los campeonatos, le inyectó directamente al corazón, Iradier ya había fallecido. Su corazón, al parecer, le había fallado, según los técnicos, porque no estaba acostumbrado a pescar a más de 10 ó 12 metros de profundidad. La muerte le pudo sobrevenir por algo que los submarinistas conocen por el «síncope de los seis metros», que le había provocado un paro cardíaco, causa determinante de su muerte.

Los campeonatos fueron suspendido! inmediatamente al conocerse la trágica noticia y el cadáver de Iradier fue trasladado al puerto de Pollensa, donde a última hora de ayer se le practicó la autopsia.

Hoy a primeras horas de la tarde, los restos del infortunado submarinista serán trasladados por vía aérea a Bilbao, para después continuar viaje a Baracáldo, lugar de su residencia, donde recibirán cristiana sepultura.