No, Sinner no está contento consigo mismo: “Soy muy predecible, necesito hacer cambios”
El italiano, superado en cuatro de los cinco duelos con Alcaraz de este año y en 10 de los 15 en total, se exige ganar registros aunque puedan resentirse sus resultados


Independientemente de lo que suceda de aquí a finales de septiembre, cuando los circuitos detengan momentáneamente la marcha, Jannik Sinner ya ha firmado un año extraordinario. Sin embargo, no está nada contento el italiano. No puede ni debe estarlo, dice él, con un discurso habitualmente estandarizado pero que hoy se sincera: sufre no tanto por la derrota del momento, que también, sino porque Carlos Alcaraz continúa agrandándose y él no encuentra el remedio que de verdad corte la marcha triunfal del español. Ambos se han enfrentado cinco veces esta temporada y cayó en cuatro. También en este último de Nueva York, que le escuece todavía un poco más.
Al fin y al cabo, Sinner dice que hay una razón de peso: siendo muy bueno, extraordinario en lo suyo, intuye que le hará falta bastante más para que la brecha entre los dos no crezca y la rivalidad no termine convirtiéndose en un monólogo. Frente al arsenal que ha ido desplegando el murciano, esa “variedad” que satisface tanto a Juan Carlos Ferrero, el italiano considera haberse quedado estancado. Progresa, sí, pero se exige un golpe de tuerca, innovaciones. Refrescar de alguna manera su juego. Para resistir al pulso necesitará abandonar su zona de confort en la línea de fondo y descubrir nuevos mundos en los 27x8 metros que mide más o menos una pista de competición.
Habla el italiano con franqueza, habiendo sido ya destronado y habiendo encajado la séptima derrota frente a Alcaraz desde que los dos se adueñasen definitivamente del presente, a comienzos de 2024. A partir de ahí, equidad en los grandes escenarios, pero al mismo tiempo un desequilibrio llamativo en los cruces. Teme Sinner, con fundamento, que de continuar así pueda ocurrirle algo similar a lo que le sucedió en su día al suizo Roger Federer, quien se topó con una némesis (Rafael Nadal) que le llevó por la calle de la amargura durante más de una década. Lo consiguió el de Basilea, pero para cuando rediseñó su revés e hizo frente al martirio, ya era demasiado tarde.

“Hoy he sido muy predecible”, se afea. “Él ha ido modificando cosas, porque es su estilo, pero ahora debo decidir yo si quiero hacer cambios. Depende de mí y, sin duda, vamos a trabajar en ello. Quiero estar lo más preparado posible la próxima vez que juegue contra él. Los partidos anteriores han sido cómodos [se había dejado un par de sets, ante Shapovalov y Auger-Aliassime], pero he ido haciendo lo mismo durante todo el torneo; no hecho ni un solo saque-volea, ni un cortado, ni una dejada… Y llega un momento en el que para jugar contra Carlos, necesitas salir de tu zona de confort”, expone el ahora dos del mundo, que acepta el peaje que conlleva una decisión así.
Vulnerabilidad necesaria
En el tenis, un ligero matiz o bien una decisión estratégica pueden ir acompañados de un retroceso en los resultados que, sin ir más lejos, está dispuesta a asumir la estadounidense Coco Gauff. En su caso, un defecto en la mecánica del saque la condujo a contratar al mismo experto que palió la tara de la número uno Aryna Sabalenka, sabiendo que la apuesta le costará partidos que, de no haber buscado el giro, no los perdería. Sinner, dice, también quiere explorar ese terreno en el que seguramente se sentirá más vulnerable con el objetivo de reforzarse y ganar registros para frenar la ola vencedora de Alcaraz cada vez que se encuentran. 5-10 en su contra en el global.
“Quizá pierda algunos partidos a partir de ahora, pero debo hacer cambios, intentar ser menos predecible como jugador. Tengo que ser un tenista mejor”, prorroga el finalista, que a su vez señala que ha detectado una mejora en la réplica de Alcaraz respecto a Wimbledon, donde el murciano cedió pese a haberse anotado el primer set. Él, sin embargo, no ha hallado esta vez los huecos suficientes ni fisura alguna en el adversario, sumamente agresivo y preventivo cuando procedía. La anticipación en la jugada del español ha sido clave y, por tanto, le exige ahora a él a mover pieza. Todo lo que no sea hacerlo, recalca, le pondrá a merced de un competidor que sigue reinventándose.
“Alcaraz es un jugador diferente. No tiene puntos débiles que quizá otros sí tienen”, precisa. E incide otra vez en su voluntad de crecer a partir de la búsqueda de soluciones, “algo que llevará tiempo” y que puede afectar a “pequeñas cosas” o bien “muchas”. El caso es que Sinner comenzó el año fuerte y al regreso de su suspensión —finalmente tres meses por el hallazgo de clostebol— mantuvo la buena marcha. Sin embargo, chocó con Alcaraz en el desenlace de Roma, después en el de Roland Garros y también en los de Cincinnati y este del US Open, con la excepción de lo acontecido en Wimbledon. No ve por tanto escapatoria, así que él y su equipo ya barajan fórmulas: “Veremos qué tal funciona”.
FIN DE LA RACHA EN PISTA DURA
Se da la circunstancia de que Sinner solo ha perdido seis de los 66 últimos partidos que ha jugado, y de que Alcaraz ha sido quien le ha infligido cinco de esas derrotas. Esta última, además, corta la magnífica secuencia sobre pista dura del italiano, que enlazaba 27 victorias sobre este tipo de superficie.
El transalpino insistía hace poco en que no es una “máquina” y, como consuelo, avista por delante un tramo del calendario al que puede sacarle partido pero en el que, al mismo tiempo, defiende una cantidad relevante de puntos de cara al ranking.
Hasta ahora, Sinner ha conquistado siete títulos bajo techo, de los 20 que posee. Alcaraz, por su parte, totaliza con este último 23, por lo que se sitúa a cuatro de David Ferrer (27), el tercero en el listado histórico de jugadores españoles tras Rafael Nadal (92) y Manuel Orantes (34).
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