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Sabalenka vuelve por sus fueros: jerarquía, desquite y doblete en Nueva York

La número uno controla el desenlace ante Anisimova (6-3 y 7-6(3) y, tras las dos finales perdidas este curso, revalida el trofeo después de una década de carrusel

Sabalenka reacciona tras lograr la victoria ante Anisimova, este sábado en la Arthur Ashe.
Alejandro Ciriza

Así suele funcionar esto cuando ella, Aryna Sabalenka, está sobre la pista. Tensa y tensa la número uno el juego hasta que por fin surte efecto esa presión arrolladora, constante y muchas veces irrefrenable, tan aplastante en ocasiones, que esta vez se lleva por delante en el desenlace de Nueva York a la estadounidense Amanda Anisimova: 6-3 y 7-6(3), en 1h 34m. La bielorrusa, pues, añade otro grande a su expediente y ya son cuatro, por lo que alcanza a campeonas del prestigio de Hana Mandlikova, Arantxa Sánchez Vicario, Kim Clijsters y Naomi Osaka. Lo buscaba y ya lo tiene la de Minsk: por fin, después de un año esquivo en los majors, disfruta del trabajo bien culminado.

Se le escapó en enero el premio en Melbourne; también en Roland Garros en junio, batida allí igualmente en la final, presa entonces de los nervios y la sobreexcitación, como sucedió en Australia; y en Wimbledon, un mes más tarde, fue precisamente Anisimova la que le cerró el paso en la penúltima ronda. No así esta vez. La norteamericana amaga con la reacción en la segunda manga, del 3-0 adverso al 3-3 y contragolpeando luego, 6-5 a su favor. Pero a eso de romper la pelota ninguna le sigue el paso a Sabalenka, más fuerte, con más poso y, dentro de ese contexto de la potencia, con mayor criterio que la otra finalista. Que todas las demás pegadoras. En el broche a palos de esta vez, predomina su demoledora insistencia con la derecha.

Ha habido, no obstante, un instante muy delicado, cuando con 5-4 y 30-30 en el segundo set, con todo a placer y para quedarse a un palmo de la victoria, ha fallado un remate a bocajarro y el empuje atmosférico de los casi 24.000 asistentes amenazaba con desestabilizarle. Acto seguido, break. “Ahí he dudado”, admite. “No se pueden cometer ese tipo de errores”, se afea. “Pero luego he respirado hondo” y, finalmente, ha conseguido contener la agresividad de Anisimova, una tenista con dos cañones por brazos, pero a la que le falta un esquema de juego. “No he jugado mi mejor tenis, pero ella es muy buena y se esfuerza mucho. Por eso está donde está”, enfatiza la norteamericana.

Anisimova, durante el discurso de Sabalenka.

Anisimova, de 24 años y ahora cuarta del mundo, se queda otra vez a las puertas de la recompensa, puesto que ya fue superada (borrada, en realidad) por Iga Swiatek en Wimbledon. Allí, desbordada por las circunstancias en su primera gran final, se desmoronó nada más poner el pie sobre el césped y no pudo arañar siquiera un juego a la polaca. Sencillamente no existió el pulso. En esta ocasión, sin embargo, ofrece una resistencia que, en todo caso, resulta insuficiente ante una jugadora que empieza a adquirir relieve histórico y disfruta del punto más dulce de su trayectoria. En esta era de la modernidad, del vértigo, Sabalenka se consolida como el mejor estandarte.

Inspiración griega

“Estaba en Mikonos [de vacaciones], leyendo mi libro [Into the Magic Shop, precisará en la respuesta] y disfrutando de las vistas, cuando pensé: ¿Por qué dejé que me dominaran las emociones en esas dos finales? Pensaba que por el hecho de haber llegado hasta ahí las ganaría, que todo iría fácilmente a mi favor, y esa es una mentalidad errónea. Así que esta vez no iba a dejar que fuera así.”, expone. Cuenta también que el libro en cuestión, “de lectura fácil”, va sobre “un tío que aprendió a controlarse a sí mismo, a no pensar demasiado”, y que esa inspiración le ha servido para evitar un tercer resbalón que le hubiera dejado tocada.

Sabalenka alza el trofeo de campeona.

Su triunfo supone además un punto de inflexión significativo en el historial del torneo neoyorquino, dado que desde que Serena Williams enlazase tres títulos entre 2012 y 2014, ninguna tenista había sido capaz de revalidarlo. Se eleva hoy Sabalenka, superior hace un año a Jessica Pegula y ahora a Anisimova, y detiene así el carrusel de la última década, que reconoció a vencedoras de toda clase y condición: desde desaparecidas como Bianca Andreescu o Sloane Stephens hasta estrellas fugaces como Emma Raducanu. Estuvo cerca Osaka, pero entre un triunfo y otro (2018 y 2020) intercedió Andreescu para frustrar a Williams.

Ojos brillantes y enfundada en una chaqueta plateada con purpurina, la bielorrusa de 27 años corona una temporada en la que solo le faltaba la guinda, con una regularidad incomparable —cuatro trofeos, entre ellos también dos miles (Miami y Madrid) y alcanzando al menos los cuartos en todos— y asentada en lo más alto desde octubre. Exigida por Swiatek durante el tramo veraniego, se ha mantenido firme y en Flushing Meadows tan solo ha cedido un parcial, ante Pegula en la antesala a la final. Ella sonríe y llora de manera desconsolada Anisimova en el último fotograma, lamentando ésta la segunda ocasión perdida. Ha dado la talla esta vez, pero Sabalenka es mucha Sabalenka.

100 TRIUNFOS Y OTRO DESEMPATE

A. C. | Nueva York

En su línea risueña y expresiva, Sabalenka posaba feliz. Y no era para menos. Este último éxito llega acompañado de dos cifras que a buen seguro incrementarán su alegría: se trataba de su victoria 100 en los grandes torneos ­y le reporta nada más y nada menos que 5 millones de dólares (4,2 de euros).

La bielorrusa refrenda su dominio y maneja una renta amplia (3.292 puntos) sobre su perseguidora en la clasificación mundial, Swiatek. Para resolver este último compromiso le ha bastado con minimizar errores (15) y dejar que la adversaria fuera cayendo por sí misma (29, y siete dobles faltas).

Certera ante las oportunidades —cinco aciertos en las seis opciones de rotura—, también lo ha sido a la hora de la verdad, en la suerte del desempate. Ya se ha adjudicado 17 consecutivos en los majors, por lo que no está lejos de la secuencia que firmó Novak Djokovic (19) entre 2005 y 2007.

Se da la circunstancia de que los cuatro Grand Slams que ha ganado hasta ahora han sido sobre superficie rápida: los dos Open de Australia (2023 y 2024) y el doblete en el US Open (2024 y 2025). De hecho, 18 de los 21 trofeos que lucen en su palmarés proceden de pista dura; las tres excepciones, en Madrid.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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