Kenan Yildiz, entre lo sublime y la nada
Tutelada por John Elkan y Alessandro el Piero, la estrella de la Juve que se mide al Madrid se define por la volatilidad

John Elkann, propietario de la Juventus, habla de los futbolistas igual que hacía su abuelo Gianni Agnelli, como si fueran obras de arte. Pero corren tiempos oscuros. En la galería de Turín ya no hay un Paolo Rossi, ni un Sívori, ni un Platini, ni un Boniek. La Juve que enfrentará al Madrid hoy en Miami es la más limitada del nuevo siglo y el lienzo más preciado de la colección, el turco-alemán Kenan Yildiz, es un valor inestable.
“Ya sé que en este Mundial estoy en el foco”, dice, fingiendo que su narcisismo no le lleva en volandas, “pero no me importa. ¡Yo pienso en el equipo!”.
A sus 20 años, el muchacho nacido en Ratisbona que el Bayern no se arriesgó a retener en su cantera después de tenerle en la sub-19, emigró tentado por los grandes contratos. Ha florecido en la Juve hasta convertirse en el talento más volátil que existe. Bajo el patrocinio de Elkan, el club más sobrio de Italia le esperó durante dos años a que madurara. Max Allegri le hizo debutar a regañadientes. Le despidieron. Thiago Motta le sucedió, y otra vez dedicó toda su energía a amparar al joven prodigio antes de ser despedido. Motta ya no está, pero Yildiz siguió colgado de la pared más querida del heredero de los Agnelli. Esta temporada, con 19 años y 133 días se convirtió en el goleador más joven de la Juve en Champions y superó la marca de Alessandro del Piero, 29 años después. Fue un hito. Objeto de cábalas y conjeturas sobre el peso simbólico de la hazaña.
“Es mágico” dice Randal Kolo Muani, su compinche en el ataque junto a Francisco Conceiçao. “Jugar con él es de verdad increíble, tiene visión, cabeza y técnica”.
Potente, hábil para driblar con el amague y rápido para elegir las opciones más destructivas, el día que Yildiz entra al campo inspirado es capaz de transformarse en el futbolista más resolutivo del planeta. Lo demostró contra el City. Entró en el minuto 58 y no se demoró ni 30 segundos en intentar tirarle un caño a Rodri. El mediocentro le adivinó la malicia, pero recordó que cuando está iluminado se siente capaz de todo. Cortó líneas de pase con intuición de zahorí, dio dos asistencias asombrosas y remató dos veces en 15 minutos, el tiempo que le concedió su entrenador, Igor Tudor, tras una rotación calamitosa (5-2).
Yildiz, que juega en el carril del diez, en la zona del interior, es capaz de transformar a la Juventus más triste que se recuerda en una feria de fútbol de ataque, y hacerlo prácticamente solo. Del mismo modo, sin que los expertos que le han seguido desde la Premier entiendan muy bien la razón, hay veces que se apaga y sus músculos en otros momentos tan coordinados apenas le mueven con la gracia de un tráiler. Como si le pesaran hasta las medias, puede desentenderse de los partidos, sobre todo los trámites grises en los que no se siente observado, y entonces acaba comportándose como un espectador distraído. Alguien que da la impresión de importarle todo un bledo, incluso la autopromoción. Porque por no tomarse, si tiene un mal día no se toma ni la molestia de jugar para la galería. Como dijo un técnico de la Premier: “Es el Doctor Jekyll y Mr. Hyde del fútbol”.
“Decide el cerebro, no las piernas”
La condición de eslabón en la cadena que une a Del Piero con el futuro, estatus prodigioso que le imputa la prensa, preocupa a Tudor. “Campeones son los constantes”, advierte el entrenador cuando los periodistas italianos le inquieren sobre el muchacho. “La constancia hace la diferencia y se obtiene con la mentalidad. Es siempre el cerebro lo que decide, no las piernas. Kenan debe ser constante en el crecimiento en el trabajo no contentarse nunca todos los entrenamientos al máximo. Él debe trabajar, pero el punto de partida es bueno”.
El punto de partida es el de un recién nacido ya coronado. Prefirió la idolatría que le profesan en Turquía a ponerse la camiseta de la selección nacional del país de su nacimiento. Suma tres goles en el Mundial de Clubes y ha dejado su huella en cada partido que ha disputado. Este fin de semana, lo celebró visitando el parque Disney en Orlando y la Juventus, por orden de sus dueños, se dispone a renovarle hasta 2030, al tiempo que los pregoneros cantan la llegada del superdotado providencial.
Esta noche se medirá al lánguido Trent Alexander-Arnold y más le vale al inglés pedir ayuda. A Kenan Yildiz solo le falta atropellar al Real Madrid para poner al Piamonte a sus pies.
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