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Ehab Abu Jazar, seleccionador de Palestina: “El fútbol es una plataforma para contar nuestra historia, un motivo para sonreír”

El entrenador habla de cómo el fútbol trasciende el deporte, de la situación que se vive en Gaza y de cómo la guerra ha contaminado todos los aspectos de su equipo

Ehab Abu Jazar

Ehab Abu Jazar, de 45 años, se crió entre Khan Yunis y el paso fronterizo de Rafah, tristemente famoso por los miles de camiones humanitarios bloqueados por el ejército israelí. Allí, en los años ochenta, un niño aprendía a soñar con un balón en los pies en las calles áridas que rodeaban una casa que ya no existe y a pocos pasos de la desesperación de los muchos campamentos de refugiados que rodean la ciudad suroccidental de la franja de Gaza. Entre el polvo y el ruido de un conflicto perenne, aquella pelota desconchada era su universo, su manera de imaginar un futuro distinto, pese a la guerra, la escasez y el miedo constante. Ese niño es hoy el entrenador de Palestina. Su historia encarna la compleja realidad de un país en conflicto: la resiliencia frente al dolor de la pérdida y de la distancia, la esperanza que surge en medio de la destrucción y la fuerza que el deporte puede dar a un pueblo entero. Entre los recuerdos de partidos improvisados en callejones polvorientos y los duros días de una guerra que también le arrebató a su padre, Ehad ha aprendido a transformar el miedo y la tristeza en motivación, llevando la voz de su gente a cada entrenamiento y cada partido de su selección nacional.

Pregunta. ¿Quién era y quién es hoy Ehad Abu Jazar?

Respuesta. Como cualquier niño palestino, yo también amaba profundamente el fútbol. Jugaba en todas partes: en los callejones, en los patios de las escuelas, en los clubes locales… hasta que logré llegar a ser jugador de club y luego integrante de la selección nacional. Crecí durante la primera Intifada, en 1987, cuando tenía apenas siete años. Todo a nuestro alrededor nos impulsaba a expresar nuestra identidad palestina y el fútbol se convirtió en algo mucho más que un juego para mí. Formó mi carácter, mi vida y mi camino. Mi primer partido oficial con el Shabab Rafah sigue siendo el momento más definitorio de mi vida: marcó el inicio de mi conexión profesional con el juego y con la afición.

P. ¿Qué significaba crecer en Palestina en aquellos años?

R. Era un niño enérgico, apasionado, que vivía y respiraba fútbol. Jugábamos en espacios abiertos, en campos polvorientos, en cada rincón de Khan Yunis. La mayoría de los miembros de mi familia eran deportistas: incluso teníamos un equipo familiar que competía en torneos comunitarios. Desde aquellos primeros días, el fútbol se convirtió en una tradición familiar. En [el club] Shabab Rafah hubo varios jugadores talentosos de mi familia, incluido Suleiman Abu Jazar, que más tarde llegó a ser presidente del club.

Cuando era pequeño, todo a nuestro alrededor nos impulsaba a expresar nuestra identidad palestina y el fútbol se convirtió en algo mucho más que un juego para mí

P. ¿Hubo un momento específico en el que comprendió que el fútbol sería su vida?

R. El propio entorno me guio: mi familia, mi vecindario, la cultura que nos rodeaba. El fútbol estaba en todas partes; era nuestra forma de expresar identidad, unidad y resistencia. Cuando jugué mi primer partido con el Shabab Rafah, entendí que ya no era un pasatiempo: era mi vida.

P. En su infancia, ¿el fútbol era solo un juego?

R. Para nosotros, el fútbol era una forma de libertad. Nos permitía escapar de las restricciones de la ocupación e imaginar una Palestina distinta, mejor. No se trataba solo de ganar partidos, sino de sentirnos vivos y visibles en un mundo que intentaba silenciarnos.

P. ¿Hay algún recuerdo familiar o episodio de su infancia que vuelva a su mente con frecuencia?

R. Siempre recuerdo mi primer partido oficial con Shabab Rafah. Ese día comprendí cuán profundamente estaba ligado al fútbol y a mi pueblo. Es el recuerdo que me alimenta cada vez que enfrento dificultades.

P. ¿Dónde estaba el 7 de octubre de 2023, el día del ataque terrorista de Hamas que agravó el conflicto con Israel?

R. Estaba en casa, en Ramala. Me desperté y vi las imágenes que aparecían, y sinceramente, sentimos terror. Sabíamos que la reacción de Israel sería extremadamente violenta e inhumana. Lo que ocurre en Gaza es un genocidio en todo el sentido de la palabra.

P. ¿Pudo regresar a su hogar en algún momento?

R. Siempre he vivido en Palestina. Nací y crecí en Gaza, y me fui en 2009 para jugar con Hilal Al-Quds y Al-Am’ari. Nuestra casa familiar en Gaza, la casa que construimos con amor, fue completamente destruida en esta guerra. Ya no existe.

P. ¿Cómo han cambiado los acontecimientos de la guerra su relación con su ciudad, su familia y los amigos que siguen allí?

R. La guerra lo cambió todo: la ciudad, el paisaje, las calles donde crecimos. Mantengo contacto constante con mi familia. Mi madre sigue en Gaza y mis hermanos viven ahora en tiendas en Khan Yunis. Esa realidad me rompe el corazón cada día.

P. ¿Cómo se sobrevive sabiendo que uno está a salvo mientras otros viven bajo las bombas?

R. Ningún palestino se siente realmente a salvo. Incluso los que están fuera de Gaza viven con miedo y ansiedad. Cada vez que escucho sobre bombardeos en determinadas zonas, el corazón se me detiene, porque conozco a gente allí: familiares, amigos. En Gaza, todos estamos conectados; cada explosión se siente personal.

P. Durante un conflicto, el teléfono móvil suele marcar una delgada línea entre la vida y la muerte, pero también es el único vínculo con la realidad. ¿Cómo lo vivió usted?

R. La comunicación era extremadamente difícil, especialmente durante la primera semana. No sabíamos si nuestras familias seguían vivas. Seguíamos cada noticia con el corazón en la mano. El mismo día que jugamos contra Kuwait, mi familia recibió la orden de evacuar su vecindario: fui a ese partido sin saber si sobrevivirían.

En nuestro caso, el fútbol se convierte en una misión, no solo en un deporte. Cada partido, cada gol tiene un significado que va más allá del campo

P. ¿Qué hace para proteger a sus jugadores en la víspera de un partido?

R. No se puede aislar a un jugador palestino de lo que ocurre a su alrededor. En lugar de eso, tratamos de convertir ese dolor en motivación. Pero los momentos más duros son cuando llegan mensajes a medianoche: casi siempre traen malas noticias. Durante esta guerra perdí a mi padre; recibí la noticia en mitad de la noche. Fue devastador.

P. No sorprende pues que le de miedo abrir los mensajes que recibe...

R. Sí. Especialmente de noche. Los mensajes durante la guerra suelen significar pérdida: una muerte, un bombardeo, una destrucción. Cada notificación hace que el corazón se te detenga un instante.

P. ¿Qué significa “estar presente” para su pueblo incluso cuando uno está lejos, especialmente en un momento en que muchos pierden su casa, su familia o su vida?

R. Representamos al pueblo palestino y jugamos en su nombre. Yo soy uno de ellos y perdí mi hogar como muchos otros. Hemos pagado un precio muy alto. También perdimos grandes figuras del fútbol palestino, como Hani Al-Masdar, mi asistente en la selección olímpica, y Suleiman Al-Obeid, un jugador legendario y querido amigo que murió buscando comida. Sus muertes fueron pérdidas personales, pero también pérdidas para todo el deporte palestino.

P. Ha nombrado Al-Obeid, el “Pelé palestino”, muerto durante el conflicto.

R. Suleiman Al-Obeid fue uno de los nombres más brillantes del fútbol palestino: un verdadero diamante. Era humilde, talentoso y muy querido. Su pérdida es irreemplazable.

P. El fútbol palestino siempre ha tenido un papel simbólico incluso más que deportivo. Hoy, ¿qué representa para su pueblo? ¿Aún es posible hablar de deporte cuando todo alrededor está destruido?

R. Para nosotros, el fútbol es mucho más que un juego. Es una plataforma para contar nuestra historia, para dar a nuestra gente un motivo para sonreír. En los momentos en que todo está destruido, el fútbol se convierte en una forma de vida.

P. Los recientes resultados de la selección sirvieron para dar esperanza y un momento de normalidad a los palestinos.

R. Fue una sensación increíble de orgullo. En tiempos oscuros, poder traer aunque sea una chispa de alegría a nuestra gente lo significa todo. Ver cómo los aficionados se unieron alrededor del equipo nos llenó de orgullo y gratitud.

P. Palestina estuvo muy cerca de pasar de ronda en las clasificaciones al Mundial. ¿Cuánto dolió ese empate con Omán en el tiempo de descuento generado por un penalti tan controvertido?

R. Fue doloroso, claro. Queríamos ganar y regalar una celebración a nuestro pueblo. La decisión del penalti fue dudosa, pero eso es el fútbol: victoria, derrota y empate son parte del juego. Lo que más dolió fue que nuestra gente esperaba una alegría que no llegó. Pero demostramos que Palestina puede llegar al Mundial y lucharemos para estar allí en 2030.

P. ¿Qué les dijo a sus jugadores en el vestuario después de ese partido?

R. Les dije que hicieron que Palestina se sintiera orgullosa. Seguiremos adelante, este camino no ha terminado.

P. Durante el conflicto, la selección nacional se convirtió en una especie de refugio emocional para su pueblo. ¿Sintió esa responsabilidad?

R. Absolutamente. Desde el momento en que asumí cualquier cargo, supe que llevábamos las esperanzas de toda una nación. Es una gran responsabilidad, pero también un enorme honor.

P. ¿Cómo es entrenar a un equipo que carga con el peso de todo un pueblo? ¿En qué se transforma el fútbol en esas condiciones?

R. Lo cambia todo: el fútbol se convierte en una misión, no solo en un deporte. Cada partido, cada gol tiene un significado que va más allá del campo. Jugamos no solo para ganar, sino para existir.

P. ¿Qué hay, hoy, en el corazón de los palestinos: más rabia o más deseo de volver a empezar?

R. Ambas cosas existen. Pero sobre todo, hay una profunda voluntad de reconstruir. Somos un pueblo que ama la vida, que aprende, lee, escribe y sueña y por eso volveremos a levantarnos.

P. ¿Es optimista respecto a la posibilidad de regreso del pueblo palestino a Gaza y cree que algún día será posible una convivencia real con Israel?

R. Creo que reconstruiremos Gaza. Somos una nación resiliente, culta, educada y decidida. Pero no creo que Israel desee realmente la convivencia. Si así fuera, ya tendríamos nuestro Estado independiente y nuestros derechos.

P. Miles de españoles (y no solo) han salido a las calles hace unas semanas en solidaridad con Palestina. ¿Qué significó para usted y para sus jugadores sentir ese calor humano desde tan lejos?

R. Lo significa todo. Estamos orgullosos de cada persona libre que se puso de pie por nosotros. Su solidaridad nos da fuerza y esperanza. Soñamos con el día en que puedan visitar una Palestina libre.

P. En este sentido, ¿qué significan los amistosos contra Euskadi o Cataluña?

R. Es un momento simbólico, histórico. Jugar contra Euskadi o Cataluña no es solo deporte: es una declaración. Ver ondear las banderas palestinas y escuchar a los aficionados corear nuestro nombre es un mensaje contra el genocidio y la ocupación.

P. ¿Cuál es hoy el sueño de aquel niño que se crió por las calles polvorientas de Khan Yunis?

R. Mi sueño como hombre es simple: vivir libremente en mi tierra, sin miedo ni ocupación. Como entrenador, es llevar a Palestina al Mundial y escuchar nuestro himno en ese escenario. El fútbol me lo ha dado todo y quiero devolverle algo a mi pueblo.

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