

Guirassy dobla a un gran Monterrey y el Dortmund se cita con el Real Madrid, pero sin duelo entre los Bellingham
El hermano menor del madridista vio una amarilla que le impide jugar los cuartos de final


Dicen los nativos que Atlanta nunca duerme. Tampoco dejan de caer tormentas apocalípticas a última hora de la tarde. Son torrentes de temperatura tibia como comprobó la hinchada de Monterrey cuando desfilaban por el Parque Olímpico que linda con el modernista y funcional Mercedez Benz. Les dio igual. Los más de 25.000 fanáticos de los Rayados soportaron el chaparrón y las descargas eléctricas que en el horizonte rajaban el cielo. Ya bajo la cúpula que cierra el coliseo considerado por la FIFA una de las joyas con vistas al Mundial de selecciones del próximo año, asistieron a una derrota que su equipo vendió cara al Borussia Dortmund. Este será el rival del Real Madrid en los cuartos de final. El duelo tenía el atractivo del enfrentamiento de los Bellingham, pero el menor la chafó al ver una tarjeta amarilla que le impedirá estar en Orlando el próximo sábado.


Fue un equipo con buenas hechuras el Monterrey. Coral para defender y armarse alrededor de la pelota. Tampoco se vino abajo cuando encajó los dos fogonazos de Guirassy entre el primer cuarto y la media hora de juego. Todo lo contrario, siguió metido en el partido y apuró al Dortmund con el gol de Beralte y un acoso final que a punto estuvo en desencadenar la igualada y la prórroga.
Fue castigado en exceso el conjunto de Domènec Torrent, golpeado dos veces en diez minutos por la atractiva y eléctrica sociedad que forman Guirassy y Adeyemi. Si ambos técnicos anunciaron que los pequeños detalles podían decidor la eliminatoria, el primer par de ellos fue para el Dortmund. El primero fue técnico, de Adeyemi, y fue de tal altura que atravesó la defensa de tres centrales del Monterrey. El taconazo de espuela que dio fue en dirección contraria hacia donde esperaban Ramos, Jorge Rodríguez y Medina. La maniobra citó a Guirassy con Andrada cerca del punto de penalti y el francés de orígenes guineanos resolvió con un toque fino y ajustado. El segundo detalle que dobló al Monterrey fue táctico y también arbitral. Ryerson le rebañó la pelota a Arteaga en una disputa que pudo ser falta y desde su campo puso a correr a Adeyemi a la espalda de Medina. Niko Kovac había planteado buscar los unos contra uno en velocidad con pases largos y este fue letal. Adeyemi tuvo pausa para esperar de nuevo la llegada de Guirassy para que este superar de nuevo a Andrada. Demasiado duro de digerir porque el Monterrey estaba mirándole a la cara al Dortmund. Aquello de que al primer bostezo o al primer saque de esquina gol de Alemania ha mutado. A los dos primeras transiciones verticales que pudo ejecutar, dos goles del Dortmund.
La alineación de Torrent ya anunciaba que iba a discutir desde la pelota la supuesta superioridad del Dortmund. Óliver, Canales, Corona, el dinámico Deossa, o la propia salida de balón de Jorge Rodríguez y Ramos era todo un canto a las intenciones del preparador catalán. Salía limpio el Monterrey de la presión del Dortmund. Siempre buscando al hombre libre. Un pase filtrado de Óliver a Corona lo tapó Kobel, poco antes el extremo había estrellado en el palo un centro que se envenenó. La ventaja de dos goles era demasiado para lo que se había visto. Dos equipos en su ley. Uno elaborando y el otro a chispazos. Los dos fueron a buscarse arriba y cada uno resolvió la salida de la presión en su estilo. O poco trámite en el caso del Dortmund o los toques que hicieran falta en el Monterrey, que también cuando podía intentaba romper líneas con pases verticales filtrados.
El Dortmund se fue al descanso con la ventaja de dos goles, pero no tranquilo. El Monterrey se marchó al vestuario con la sensación de no haber sido peor que su rival. Y volvió a salir convencido y atrevido. Se lo hizo pasar mal al Dortmund. Colectivamente, Rayados fue impecable e individualmente sus jugadores de más talento fueron sucediéndose unos a otros. Olíver, Deossa y sus cañonazos que exigieron a Kobel, Canales y, por encima de todos, Tecatito Corona. Tenía la cintura caliente y, por momentos, bailó a toda aquella camiseta amarilla que se le acercaba para robarle la pelota. También los laterales largos, Aguirre y Arteaga tuvieron su peso en el plan ofensivo de Torrent.
Liderado por las virguerías de Corona, el Monterrey comenzó a cargar el área. No con centros a la olla y al corazón del área, sino con pases atrás para las llegadas de sus centrocampistas. O buscaba el segundo palo. Allí recogió un centro Aguirre y su cesión de cabeza la remachó Beralte con un frentazo picado y cruzado.
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