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M. Verstappen
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Lando Norris
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Norris amarra el título de campeón del mundo de Fórmula 1 en Abu Dabi y le devuelve el lustre a McLaren
El octavo triunfo del curso de Verstappen no impide que el británico recupere el trono para la escudería de Woking 17 años después


Por primera vez en bastante tiempo, tanto Red Bull como McLaren cumplieron el plan que habían programado antes de salir a correr este domingo, y cuando eso ocurre lo más normal es que ocurra lo más lógico. Lógico era que Lando Norris se coronara campeón del mundo en Abu Dabi, donde simplemente tenía que terminar en el podio para desactivar las opciones de Max Verstappen, que se quedó a orillas de su quinto título al no poder culminar una remontada que, en cualquier caso, pasará a la historia de la Fórmula 1. Ni el octavo triunfo del curso que el holandés firmó en el circuito de Yas Marina le permitió al corredor de Hasselt repetir el triple salto mortal con pirueta de 2021, cuando le robó la cartera a Mercedes y a Lewis Hamilton, eso sí, con la inestimable complicidad de Dirección de Carrera. Esta vez no hubo decretazo por parte de los comisarios y Norris cumplió con su parte, no sin un punto de vértigo que seguramente provocó que más de uno en el taller de los bólidos papaya tragara saliva, ¡glups! Con un arranque de la carrera sin sobresaltos, el campeonato se decidió en el nudo de la prueba y la cosa cayó a favor de Norris y McLaren, que esta vez no se puso a hacer experimentos con Coca-Cola.
Disponer de dos monoplazas con dos estrategias distintas supuso una ventaja demasiado grande incluso para un animal competitivo como Verstappen. Colocado al frente del pelotón, el hasta hoy campeón levantó el pie para generar una procesión a su espalda, con la intención de agitar el gallinero y crear el caos, en la medida de lo posible y de lo normativo. Tras parar antes que sus rivales (vuelta 17), a Norris se le imponía culebrear por entre el rebaño para no poner en peligro sus opciones, algo que hizo sin que le entrara el tembleque, indudablemente por la superioridad que le otorga su bólido. En cinco giros, el corredor de Somerset pasó del noveno puesto al tercero, con un último adelantamiento sobre Yuki Tsunoda, el compañero de Verstappen en Red Bull, como punto álgido. El japonés, que será despedido después de este evento —pasará a desempeñar labores de piloto de pruebas y será sustituido en 2026 por Isack Hadjar—, recibió instrucciones por la radio, para que intentara frenar a Norris en la medida de lo posible. “Esperamos que Norris llegue a la zona del DRS (el alerón trasero móvil) durante la próxima vuelta. Pon todo lo que tengas”, le dijeron, por la radio, a Tsunoda. A pesar de la advertencia, el nipón solo le duró una recta al líder de la tabla general, que en ese momento (vuelta 23) ya había hecho la parte más complicada.

En Abu Dabi, McLaren se recuperó de las meteduras de pata de las últimas fechas, en las que comprometió de forma dramática un entorchado que debía haber resuelto hace ya muchas semanas. En Las Vegas, un error de cálculo en la erosión de la placa de resina de debajo del coche supuso una descalificación dolorosísima; aunque probablemente menos que el bofetón de la semana pasada, en Qatar. Allí, a los ingenieros de McLaren les dio un ataque de esos que de vez en cuando les sobreviene a los entrenadores de fútbol, un arrebato que normalmente termina en ridículo, y que en Losail le puso más picante a una gresca que nadie pensaba que pudiera alargarse tanto.
A PUNTO DE TOCAR EL MURO. EL ADELANTAMIENTO DE NORRIS A TSUNODA 🤯#AbuDabiDAZNF1 🇦🇪 pic.twitter.com/efzbBzHAMs
— DAZN España (@DAZN_ES) December 7, 2025
Con esos dos últimos gatillazos en mente, la escudería británica se limitó a tirar de sentido común, circunstancia que pasaba por asegurar que Norris se subiera al podio, un objetivo más que conservador y asumible, si tenemos en cuenta el diferencial de velocidad del MCL39, respecto del resto de prototipos, el de Verstappen aparte. Norris se limitó todo el tiempo a cubrirse de los ataques que le lanzaron por detrás y desde los talleres. Primero de George Russell (vuelta 17), y después de Charles Leclerc (vuelta 41). Una vez hecha su segunda visita a los garajes, Norris pudo respirar al verse el tercero, justo detrás de Oscar Piastri, el tercero en discordia en esa lucha a tres. El australiano, el que menos posibilidades tenía a tenor de la clasificación —se presentó a 16 puntos de Norris y cuatro por detrás de Verstappen—, fue sacrificado por sus jefes hasta el extremo de convertirse en un comodín, que ni siquiera fue necesario sacar: en el caso de que Norris hubiera perdido la tercera plaza en favor de Leclerc, McLaren podría haberle pedido al de Melbourne que se dejara superar, para que su compañero volviera a meterse entre los tres primeros. Un final que por suerte no llegó a producirse, porque habría manchado de forma indiscutible un Mundial del que McLaren debe sacar pecho. Fernando Alonso mantuvo el sexto puesto que ocupó al comenzar, mientras que Carlos Sainz concluyó el 13º.

Con este desenlace, McLaren vuelve a sacar lustre a la historia de honor y gloria que le acompañó hasta la última década, como consecuencia de una serie de decisiones —dejar Mercedes y firmar por Honda como motorista en 2015, cuando la compañía japonesa no estaba lista para volver—. Sin embargo, el proceso de reconstrucción del equipo, impulsado por el grupo de trabajo de Zak Brown, tiene un indudable efecto inspirador. McLaren se ha convertido en la estructura más eficiente de todas, hasta el extremo de superar a Red Bull y a un fenómeno de la dimensión de Verstappen, para volver a ganar 17 años después de la última vez (2008), con Hamilton. Y lo ha hecho, además, en el último año de un reglamento que Red Bull parecía tener dominado, con cuatro alirones consecutivos. En 2026 entra en escena una nueva normativa que debería provocar un tsunami del que no se sabe quién saldrá más beneficiado. Los aficionados, seguro.
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Mercedes
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Red Bull
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Ferrari
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Williams
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6
RACING BULLS
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92 |
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7
Aston Martin
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8
Haas F1 Team
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KICK SAUBER
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68 |
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10
Alpine
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