Muere a los 100 años Bernardo Ruiz, ganador de la Vuelta a España de 1948
El ciclista de Orihuela ganó dos etapas en el Tour de Francia de 1951 y fue en 1952 el primer español que subió al podio de la ‘grande boucle’


En Orihuela, donde nació y adonde siempre volvió, ha muerto la pasada madrugada Bernardo Ruiz siete meses después de cumplir 100 años. Vivió tanto, recordaba hace nada, casi contra su voluntad, condenado por su naturaleza generosa y portentosa a ver desaparecer poco a poco a todos sus amigos, toda su generación. “¿Qué quiere que haga yo?”, decía como disculpándose por haber vivido tanto. “Yo lo que tenga que vivir lo vivo. ¿Qué quiere que haga yo, si esa naturaleza me la han dado?”
Su vida, su fuerza, su voluntad, el hambre que pasó de niño, espantapájaros vivo los domingos en los campos, es el ejemplo perfecto de que los más fuertes son aquellos que sobreviven a las mayores dificultades. Su carrera ciclista, en la postguerra del hambre y la miseria, entre Berrendero y Bahamontes y Loroño, enganchó a una generación de niños enamorados de la bicicleta y de la libertad, como Manuel Vázquez Montalbán, el escritor que se declaró “yonqui de la furia que le echaba Bernardo Ruiz, como si la furia española fuera carbón del bueno en tiempos de carbonilla”.
Más rodador fuerte que escalador, ganó la Vuelta a España de 1948 y corrió el Tour de Fausto Coppi, y debajo del campionissimo italiano subió, tercero, al podio del Tour de Francia de 1952, el primer español que lo conseguía, un año después de haber ganado dos etapas en el Tour del bello Hugo Koblet. Eran los grandes tiempos de Coppi, Bartali, Robic, Bobet. Ockers, Magni, Geminiani, de Anquetil niño, de Van Looy. De Bernardo Ruiz.
Hijo de campesinos militantes de UGT en la Orihuela de Miguel Hernández y los niños yunteros, y represaliados tras la guerra, cambio la bici del estraperlo de harina y trigo por la bici de carreras y, con habilidad de superviviente, supo buscarse el favor de los Luis Puig, Miguel Torelló, Juan Antonio Samaranch, empresarios y responsables falangistas del deporte español. Nunca tuvo miedo para lanzarse hacia lo desconocido. Ni a los 20 años cuando cogió el expreso de Barcelona con una maleta de cartón y una muda, una bici de segunda mano y 350 pesetas en el bolsillo para correr la Vuelta a Cataluña, que ganó para sorpresa de todos, ni a los 23 cuando ganó la primera etapa de la Vuelta a España y llegó de amarillo hasta Madrid. Ni entonces ni después de su podio en el Tour, que le dio derecho a participar en 52 critériums que le daban 30.000 pesetas cada uno. Coppi le llevaba en su coche hasta que en el velódromo de Perpiñán se cayó y derribó al campionissimo, que se rompió la clavícula. A finales de año, Juan Domingo Perón invitó a los ases europeos a una reunión en el velódromo de Buenos Aires, en Palermo. Cruzaron el océano en barco Bartali, Magni, Cassola y Ruiz, que en cubierta hacían rodillo para no perder el fondo. Regresaron con 400.000 pesetas cada uno y varios tomos encuadernados en cuero con las leyes fundamentales del peronismo que aún conservaba Bernardo en un mueble de su casa junto a la escopeta de caza que le regalaron los armeros de Éibar por ganar una carrera allí. “Aquel 1952 gané millón y medio de pesetas. Fui el primer millonario del deporte español”, recordaba. “Gané más que los futbolistas. Me compré una finquita en Orihuela, un piso, un coche…”
Tampoco dudó en escapar de la economía raquítica del ciclismo español para lanzarse a correr en La Perle, el equipo francés de Koblet y luego Anquetil, 600.000 francos por dos temporadas, bajo la dirección de Francis Pélissier, y después emigrar al Ignis de Varesse italiano, con los que ganó una etapa del Giro de 1955, y el Faema de Learco Guerra y Van Looy, equipo en el que acabó como director.
Cuando colgó la bicicleta regresó a su Orihuela, donde abrió tienda y taller con el concesionario de Vespa, y tertulias diarias en el casino, unos cigarricos y partidas con los amigos que poco a poco fueron muriendo antes que él, hijo de una naturaleza prodigiosa en la España del hambre.
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