El equipo Kern Pharma pelea por el espacio y el futuro en O Gran Camiño
Nueva victoria en la carrera ciclista gallega del líder, Magnus Cort Nielsen, que se impone al esprint en A Estrada

Ascendiendo San Vicenzo después de San Antoniño felizmente el aire pierde el bálsamo del eucalipto y ramas desnudas de robles viejos cubren la estrecha carretera la Pontevedra interior en la que, camino a A Estrada desde la mole triste cuartelaria de la marina de Marín, el ciclismo es una estampa antigua y lenta, una caravana de esforzados a la fuerza, y los soberbios del Israel, el Uno X, el Soudal y el Movistar al frente. Fuerzas que descuartizan. Esprinta Thomas Pesenti, ciclista novato del Soudal, italiano con apellido de ganador del Giro de 1992, edad de oro del fascismo negro, como Antonio Pesenti, que podría ser su bisabuelo. “Pero no soy nada de él, ni familiar ni siquiera vecino”, dice, como disculpándose de no poder protagonizar una historia de las que gustan, y también por terminar solo cuarto.
Victoria, de nuevo, de Magnus Cort Nielsen, imparable con su maillot amarillo en las losas magníficas de granito de la calle principal de A Estrada, una alfombra roja desplegada ante él por el tremendo trabajo de sus chavales nórdicos del Uno X. Líder único, indiscutible el danés, de O Gran Camiño. Detrás, olvidando por unos kilómetros sus torturas, soñando, los ciclistas que aspiran a ser algo más que supervivientes del pelotón, sus equipos, una muestra más de que la vida, en realidad, imita al ciclismo, de que la meritocracia es un mito agitado por los poderosos. El sistema siempre pesa más que los deseos.

“Si después de haber ganado tres etapas y dado vida a la Vuelta de 2024 no nos invitan a la de 2025, el mensaje que envían es tremendo: no importa nada lo que hagas, para qué esforzarte”, reflexiona Juanjo Oroz, creador del proyecto Kern Pharma a partir de los amateurs del Lizarte, y da vida a una de las grandes contradicciones del ciclismo actual. Las grandes vueltas tienen limitada su participación a 22 equipos: 20, los 18 del WorldTour y los dos mejores de la primera división, tienen garantizada la participación. Las otras dos plazas las decide el organizador, el dueño del balón que elige libremente quién puede jugar el partido, entre los restantes equipos de primera, que en España son cuatro: Euskaltel, Burgos, Caja Rural y Kern. Para cualquiera de ellos, correr la Vuelta es un seguir de vida, justifica esfuerzos y demandas a los patrocinadores. No correrla les condena a sobrevivir sin más. “Y han llegado a nuestra categoría equipos con mucho mayor presupuesto, como el Tudor de Alaphilippe o el Q36.5 de Pidcock…”
Contra toda desesperanza, Oroz no para de moverse. Un día va a Barcelona a la presentación del Tour de 2026 para hacerle saber a Christian Prudhomme que estarían encantados de participar, y cuatro días después recibe de manos de la presidenta navarra, María Chivite, el trofeo al mejor equipo deportivo navarro en 2024. “Tenemos que crecer. Tenemos que lograr que dejen de considerarnos equipo cantera. Tenemos que crecer de presupuesto”, dice Oroz, que ha perdido, a manos del Movistar, a su figura de 2024, al jacetano Pablo Castrillo que ganó dos grandes etapas de montaña en la pasada Vuelta. Pero logró conservar a Urko Berrade, también ganador de etapa en la ronda española. “Y atención ahora a Iván Cobo. Este año ya destacará”.
Esto lo cuenta Oroz camino de Galicia desde la gala de Pamplona con Chivite. Lo anuncia antes de un final de etapa en el que, justamente, Cobo, un tallo cántabro de El Astillero, 1,86m, 25 años, termina quinto en el esprint de Cort. Pero Oroz no está en meta. No ha llegado a tiempo. Ha preferido tomar el desvío a Santiago para reconocer los tramos de camiños de miña terra galega —Raíces, San Martiño, Pedreira— que decidirán el domingo el final de la última etapa. El fin del camiño en Santiago, allí donde todo nace.
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