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El esplendor de Sara Okeke, la nueva joya del baloncesto español: “Tengo hambre, quiero brillar en Estados Unidos”

La pívot de Alcorcón, MVP del Eurobasket sub-18 tras alzar el título con España, se confiesa en EL PAÍS antes de arrancar el sueño al otro lado del Atlántico

Sara Okeke
Daniel Arribas

Antes incluso de que la bocina retumbara el pasado 13 de junio en el Roberto Rodríguez Estrello de La Palma, Sara Okeke (Alcorcón, 17 años) giró la mirada hacia el banquillo local y comenzó a brincar de alegría. Con 23 puntos y siete rebotes, la pívot madrileña acababa de guiar a España a otro Eurobasket sub-18, el sexto de su historia, motivo suficiente para ser incluida en el quinteto ideal del torneo junto a otra española, la base Gina García. El orgullo de los padres de Okeke derramó en lágrimas pocos segundos después, cuando se anunció por todo lo alto que su hija, Sarita, había sido designada como la MVP del torneo. “No me lo esperaba, la verdad; menos aún después de haber empezado el torneo lesionada”, confiesa ella a EL PAÍS, “fuimos un equipo muy completo y era un premio que se merecían muchas compañeras”.

En el avión de regreso a Madrid, ya en la mañana del posterior lunes, Okeke, aún exultante, arqueó las cejas al toparse con un titular de prensa, asegura, poco afortunado. En él no se ensalzaba su figura por el desempeño deportivo mostrado en La Palma, sino por la singularidad de haber crecido en una familia de acogida. “Claro, yo no entendía nada”, explica la pívot, que cumplirá la mayoría de edad el próximo 16 de noviembre. “Acabábamos de ser campeonas de Europa, habíamos hecho un torneo espectacular como equipo, me habían elegido MVP y lo primero que vi fue eso, no sé, como si yo fuera una pobrecita o tuviera que dar pena”.

Con nueve años, las circunstancias de la vida llevaron a Okeke de la residencia infantil Las Azaleas, en Colmenar Viejo, a su hogar, en Madrid. En la capital creció bajo el cuidado de David y María, sus padres, y con la inseparable compañía de Gabriela, Nacho y Mario, sus hermanos. Su concepción física, piernas ágiles y kilométricas desde bien joven, amenazó con ligarla al atletismo, pero antes de que tuviera tiempo para reparar en la decisión, el baloncesto se cruzó en su camino.

“Empecé con nueve o diez años, en Colmenar”, recuerda. “Ahora mido 1,93m, pero entonces tampoco era tan alta, o no al menos en comparación con las demás, porque el estirón lo di más tarde, con 13 o 14 años; simplemente quería hacer algo de deporte, moverme, y allí me animaron a probar. Empecé a jugar y pronto me llamaron de la selección madrileña y de la española. Entendí muy rápido que el basket se me daba bien”.

Tras un paso fugaz por el Torrelodones, de regreso a Colmenar llegó la llamada del Movistar Estudiantes, club que la formó desde categoría cadete y que abandonará a todos los efectos cuando concluya el verano y ponga rumbo a Estados Unidos, donde cursará segundo de bachillerato en la DME Academy Girls Basketball de Daytona Beach (Florida). “Me apetece muchísimo”, indica quien, pese a todo, no ve muchos partidos de baloncesto para, dice, no saturarse. “No le quiero cerrar la puerta a España, porque mi corazón está y estará siempre aquí, pero si todo va bien, me quedaré a estudiar la carrera en Estados Unidos para después seguir jugando allí”.

Pensar en el proceso de adaptación, eso sí, hace que el corazón le rebote en el pecho. “Al final, no solo se trata de encajar con la cultura o el idioma, sino también con el propio baloncesto, con el estilo de juego, que es muy diferente al que tenemos aquí. Hay gente muy buena que ha ido y no ha encajado”, relata. “De momento, tengo clarísimo que quiero mejorar el tiro, porque soy una pívot ágil y atlética, sí, es cierto que el físico me acompaña, pero tengo muchos aspectos de mi juego por desarrollar”.

Tanto es así que antes del Eurobasket, durante una visita exprés junto a sus padres a la academia DME, Okeke llegó a sentirse abrumada por el aluvión de cambios a los que se enfrentará en su particular aventura norteamericana. “En apenas hora y media me quisieron cambiar muchísimos aspectos de mi juego”, cuenta con una sonrisa. “Que si la mecánica de tiro, que si los bloqueos, que si el paso cero… Todo, a escasos días de volver a España para irme con la selección. Claro, yo les decía, sabéis qué, ¡mejor lo cambiamos todo cuando vuelva!”.

Bromas aparte, la madrileña, admiradora de Raquel Carrera y Amaya Valdemoro, es consciente del reto al que se enfrenta. Y no puede ocultar su entusiasmo. “Tengo mucha hambre, la verdad, quiero brillar en Estados Unidos”, sentencia quien, tras hacerlo en La Palma, ha sido víctima de una historia mal contada. “Mi vida ha tenido cosas difíciles, sí, pero es algo que ya forma parte del pasado. Yo me dedico a jugar al baloncesto y ahora estoy centrada en mi presente e ilusionada con mi futuro. Ver cómo después de ganar un Eurobasket y de ser la mejor jugadora del torneo se desvía todo y se utiliza mi historia para asuntos políticos… No me gusta nada. Al final, yo soy Sara, jugadora de baloncesto. Y eso es de lo que me gusta hablar”.

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Sobre la firma

Daniel Arribas
Es periodista en la sección de Deportes de EL PAÍS y sigue la actualidad del ciclismo, el tenis y otras muchas disciplinas. Ha cubierto competiciones como los Juegos Olímpicos, la Vuelta a España y la Copa Davis. Antes trabajó en El Mundo, Ogilvy y Relevo.
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