Marcelinho Huertas es demasiado para el Joventut
El base, de 42 años y recién escogido el MVP de la temporada, firma 39 puntos para reducir a un rival que aguantó tres actos


Aunque Ante Tomic ni siquiera torció el gesto, apenas una mirada al cielo con un resoplido de soslayo, poco preocupado por los pines individuales y siempre con el deber colectivo por delante, la sensación en el seno del Joventut fue de injusticia ante la resolución del designio entre jugadores, técnicos, prensa y afición, que decidieron darle el premio al MVP de la temporada regular a Marcelinho Huertas cuando el que mejor valoración media tuvo (20,9 por 16,6 del base del Tenerife) fue el pívot verdinegro. Pero, como si quisiera validar el galardón, la elección del mejor asistente y quizá el mejor director de los partidos, toda vez que hay muy pocos jugadores que tengan tanto baloncesto en la cabeza, capacidad sensacional para leer los duelos, Marcelinho, de 42 primaveras ni más ni menos, entró en los playoffs de la Liga Endesa en combustión, un tifón incontenible, al punto de que anotó 10 de los primeros 12 puntos del equipo. Una actuación que, en cualquier caso, no se le indigestó al Joventut, donde la batuta la manejaba Pau Ribas, los puntos los ponían alternamente Tomic y Pustovyi bajo el aro, y la guindilla corría por parte de Dekker, un triple sobre la bocina para cerrar el acto entre estrecheces (22-21).
Después de un pequeño descanso, también de consumar dos pérdidas seguidas, Marcelinho volvió a la carga, sensacional para encontrar las grietas en la defensa rival, también para añadir puntos a sus muñecas, toda una silla eléctrica para el Joventut, que se quedaba sin argumentos ni baloncesto para replicar, más allá del juego en la botella. Al base se le añadió Shermadini con el juego bajo el poste, además de Fitipaldo por el exterior. Todo a pedir de boca hasta que Dekker le clavó la rodilla en el muslo a Marcelinho, un bocadillo de los de toda la vida, que le dejó renqueante por un tiempo, también en el banquillo. Spray y palmadita, vuelta al parket rápida porque Tomic volvía a la carga y porque Hanga explicaba que siempre es un peligro, de nuevo la distancia en un suspiro (42-41). La que puso, claro, Marcelinho, 20 puntos al entreacto.
Aunque el Tenerife acabó el curso como tercero -que por algo tiene la ventaja del factor campo-, no parecía que el Joventut fuera el pez pequeño (sexto en la competición), con una racha de cinco triunfos en los últimos seis envites, confianza por las nubes. Esa que destilaba Dekker desde la periferia, la que contagiaba Tomic de nuevo en su parcela y la que derrochaba Hanga, impulsados también por el rebote ofensivo. Mucho y bueno, pero también insuficiente para comprometer a La Laguna, que decidió refugiarse en el criterio y reparto de Marcelinho, que se inspiró con los triples (Abromaitis y Doordekamp) y que cogió aire con el recién llegado Morin. 70-63 a falta de un acto.
Pero el destino del partido estaba escrito desde que Marcelinho pisó el parquet. Porque Dekker quisó rebelarse, porque Tomic le siguió la corriente, porque el Joventut no quiso arrojar la toalla…, pero no había tutía frente al recital de Marcelinho, que ha bebido de la poción de la juventud eterna, también de la que hace el aro grande, de que la da piernas de juvenil y cabeza de genio. Así, el base volvió a pedir el balón y el protagonismo, puntos y más puntos para alcanzar los 39 -en este curso había llegado a 28 en un envite ante el Murcia-, solo a cuatro de su récord histórico (también ante el mismo rival, aunque necesitó de una prórroga) en 2023. Pero anoche hizo más marcas, ya que es la mejor anotación en un playoff en 32 años, igualó el récord anotador del CB Canarias en playoff (39; Eddie Phillips) y pulverizó el registro anotador en playoff de un jugador de más de 40 años (Creus hizo 23 en 1997). Demasiado para el Joventut, que se desinfló cuando menos debía y que ahora ya no tiene bolas extra, exigido a ganar los dos siguientes encuentros si quiere alcanzar las semifinales. A La Laguna Marcelinho, sin embargo, le falta solo uno. O en Badalona o, de nuevo, en Tenerife.
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